miércoles, 18 de julio de 2007

Análisis de un caso de conflicto de pareja: espacios privados y públicos.

Trabajo realizado por: Marco A. Turbay y Lucía Roncancio.


Análisis de Caso: Conflicto de pareja


La información de este caso fue tomada por parte de quienes escriben a través de una entrevista semiestructurada -instrumento que se realizó exclusivamente para esta investigación- a una de las partes en conflicto, la Sra. Juana. Con ella se encontraba una de sus hijas, de 16 años, a quien su padre Alfredo, había maltratado días antes, siendo ella un factor precipitante para la demanda que colocaba en casa de justicia.

Los acontecimientos ocurrieron en Cuchilla de Villate, sector poblacional ubicado en el Suroccidente de Barranquilla, cuyo estrato social se encuentra entre el 1 y el 2; es pues, una zona deprimida respecto a desarrollo socio-económico y cultural se refiere. Como dato de contextualización para el sector, Cuchilla de Villate es un sector poblacional que se gesta a través de movimiento de invasión, que se encuentran actualmente en proceso de legalización urbanística por orden estatal, cuenta con todos los servicios públicos en la actualidad, en los que la comunidad se encuentra adeudada en un alto porcentaje. Los espacios de desarrollo cultural son delimitados por los encuentros con los vecinos a jugar dominó, adicional a un encuentro anual que los congrega en torno a un campeonato de fútbol. Los lugares como parques, y centros de diversión para niños, jóvenes y adultos espacian el sector por la ausencia misma de ellos, utilizándose espacios públicos para la recreación de los niños, incentivándose la creatividad de los actores sociales púberes en su participación lúdica. El desarrollo económico del sector es muy espontáneo, dependiente de las economías de “rebusque” que intrabarrio o interbarrio se producen en torno a las habilidades domésticas que se comercializan como la venta de hielo, de fritos. Es una economía esporádica dirigida en particular a salvaguardar la diaria sobrevivencia.

Respecto al desarrollo social se refiere, en cuanto a redes comunitarias de apoyo, existe un reconocimiento de líderes pero muy mermado al uso y desuso político, y unas redes sociales tan sólo sin organización, ni proyección ni legitimidad alguna que las reconozca como representativas del sector poblacional. Es otra característica la violencia comunitaria, reflejada en la cotidianidad por medio de las denominadas ‘pandillas’, las cuales por lo general son conformadas por jóvenes deseosos de cimentar su personalidad en estos mismos actos. Vargas, nos comenta lo siguiente:

“La violencia intrabarrial, que tiene su expresión en la presencia de ‘pandillas juveniles’. (…) [las cuales] son espejo en el que se refleja los procesos de desorganización y violencia de la sociedad”. (VARGAS, p. 228).

Lo que de movilización comunitaria existe, son las campañas del ICBF que propenden un bienestar familiar, y capacitan a la población en cuestión respecto a los modos y tratos, derechos y deberes, de la familia de cara a la sociedad, siendo este el único canal de la promoción de una democracia doméstica. Adicional a ello, la fundación para el Desarrollo del niño y la comunidad (Institución sin ánimo de lucro fundada por Uninorte), refuerza las acciones del ICBF, como un proyecto de extensión de Casa de Justicia del Barrio La Paz en Barranquilla. Las características mismas de la población y modos políticos de gobierno del sector develan lo que Garay afirma respecto a la “precariedad de la convivencia ciudadana”, en la que influyen en el “relacionamiento social” desde las “relaciones cotidianas de los individuos con otros individuos”.

De este modo, las conductas que se promueven en un microcontexto familiar están condicionadas, como afirma Vargas en su texto de Participación Social, por las decisiones que tomamos en “los distintos campos y esferas de la vida social” están teñidas de los modos mismos en que sucede la participación comunitaria, donde, los sujetos son quienes definen su “destino colectivo”.

El enfoque que se abordará en el análisis es de corte psicosociológico, por cuanto a que se ocupa de estudiar los modos en que la decisión de Juana interactúa entre sus motivos de unión con Alfredo, y los sistemas sociales en los que se desenvuelven, para en esta vía, analizar la hostilidad de la pareja, núcleo del conflicto y del motivo de consulta de Juana. Este elemento se aborda de este modo por el hecho de que el instrumento de información nos permitió conocer la realidad desde la perspectiva de Juana, por cuanto a que el análisis del conflicto se centra en la decisión de Juana frente a una acción social cotidiana en la que reproduce modelos culturales, en palabras de González que “expresan toda una concepción de la historia y de la sociedad, y lo mismo que una concepción del hombre y de relación con el mundo que lo rodea. (GONZALEZ, P. 35).

Se develarán puntos básicamente como el grado de conciencia del conflicto y las relaciones de poder que se encuentran como trasfondo de la situación. Es conveniente aclara que como psicólogos haremos la lectura desde dicha perspectiva disciplinaria, mas no por ello buscaremos recrear un psicologismo, siendo por ello que deseamos realizar la lectura interpretativa desde dos corrientes distintas; quien lee podrá darse cuenta, que los dos pilares teóricos son el psicoanálisis y el enfoque fenomenológico – existencial.


I. Antecedentes del conflicto

Entendiendo el conflicto como Freund lo entiende, como un “enfrentamiento, choque o desacuerdo intencional entre dos entes o grupos de la misma especie que manifiestan unos respeto de otros, una intención hostil, en general a propósito de un derecho y quienes por mantener, afirmar o restablecer el derecho, intentan quebrar la resistencia del otro” (Citado por BORRERO. P. 52) y enfocando este caso en uno respondiente a lo representativo de la denominada democracia doméstica, se describirá en primera instancia la relación de la pareja como fondo sobre la cual se gestan y desarrollan las acciones interpersonales.

Podemos darnos cuenta que históricamente, cuando Alfredo tenía suficiencia económica los momentos de agresión verbal y/o física no eran proporcionales a como son ahora, sin querer decir con esto que es la causa principal de la hostilidad de la pareja. Esta hostilidad ha sido asociada a la “escasez” económica, en términos de Peter Wallensteen, convirtiéndose este elemento en un elemento precipitante del enfrentamiento, como confirmaremos más adelante.
Antes de continuar, entendamos democracia doméstica como la “dimensión de la democracia, que llega a la vida cotidiana: se tiende en el lecho de los amantes, deambula por los corredores de la vida de pareja, de las relaciones con los hijos, cuestionando formas autoritarias, impositivas, asimétricas. En esos microespacios se configuran micropoderes que nos tocan todos los días en todos los momentos. (ZULUAGA, p. 105).
La participación a nivel del hogar ha estado dada por el carácter machista, dominante, asimétrico, que el rol del padre ejerce en el hogar, independientemente que la responsabilidad económica haya sido asumida la mayor parte del tiempo por Juana. Se nos presenta este fenómeno confrontativo como fundado en un conflicto de valores, por cuanto a que el modo de participación que se concibe al interior del hogar es patriarcal, como analizaremos a continuación.

Según Corsi,

“Las creencias culturales asociadas al problema de la violencia familiar (…) han definido al entorno más amplio como “sociedad patriarcal”, dentro de la cual el poder, conferido al hombre por sobre la mujer y a los padres, por sobre los hijos, es el eje que estructura los valores sostenidos históricamente por nuestra sociedad occidental. El sistema de creencias patriarcal sostiene un modelo de familia vertical, con un vértice constituido por el “jefe del hogar”, que siempre es el padre y estratos inferiores donde son ubicados la mujer y los hijos” (Corsi, p. 54).

De este modo, vemos como se encuentra asociado el hecho de la herencia cultural y la legitimidad que tales presupuestos en la relación de género tienen hoy día en la comunidad costeña de Villate, determinando con la posesión del pene (aunque no sea en la del falo*) la tenencia del poder en el hogar de Alfredo y Juana. Por su parte, Zuluaga sostiene que “una diferencia primordial es la relativa al género. Culturalmente, sobre la base de la diferencia se han erigido relaciones asimétricas en virtud de los cuales los hombres han ejercido dominación sobre las mujeres”.

De este modo, junto con Boaventura de Sousa Santos, citado por Vargas, reafirmamos el hecho de que la democracia doméstica ha tenido por base un horizonte patriarcal, desde el cual se fomenta una relación de poder asimétrica, dominante, castrante, que es por tanto, opresora, siendo el testimonio la forma como se propaga este aprendizaje social.

Por todo este tiempo no ha habido conciencia del conflicto, entendiendo por conciencia, desde el enfoque fenomenológico – existencial propio de Rollo May, el modo en que el conocimiento se personaliza en el sujeto de manera tal que el pasa de experimentar la vida de un modo vívido, es decir, practicando en sus actos más cotidianos la libertad y la responsabilidad como dos elementos mutuamente constitutivos y correlativos del otro. De Castro sostiene lo afirmado así:

"(...) Así, la conciencia es la que hace que el conocimiento se personalice, debido a que sin esta conciencia lo que sabemos no tiene su base en la propia existencia concreta, y por consiguiente se convierte ese conocimiento en un mero objeto abstracto de pensamiento en el cual se diluye la particularidad del ser humano". (De Castro. P. 62)

Desde esta perspectiva se puede afirmar que Juana sabía que pasaba, pero no se hacía conciente de ello, es decir, no tomaba partido alguno al respecto. De hecho, los actores de transformación son identificados como los hijos, pero Juana hace de ellos al mismo tiempo una razón por la cual “soportar” y por la cual “abandonar” a Alfredo, excusando en ello su auténtica decisión.

Llevan compartiendo 18 años, y en tensiones proclives a desarrollarse violentamente (agresión verbal, física, moral) 16 años.

Vargas nos afirma que las conductas expresivas de violencia suceden cuando no hay reglas claras, y cuando no hay niveles de confianza. Lo que vemos históricamente es que no hay reglas claras en cuanto a que Alfredo no se esfuerza por conseguir el sustento diario y sobrecarga a Juana en su trabajo, llegando incluso, a exigirle cuando falta algún orden (alimentación, por ejemplo) en su hogar. Por otra parte, podemos ver que los niveles de confianza están ausentes desde un inicio, siendo dos, de las tres grandes confrontaciones físicas que han tenido, motivadas por chismes del vecindario, uno dirigido directamente a la Sra. Juana, y otra a su hija, y ambos relacionados con ‘supuestos’ encuentros amorosos.

Respecto a los problemas económicos que se comentaron, tenemos que afirmar con Corsi, que no se puede dejar este factor por fuera ya que hace parte de los factores exosistémicos que engloban el ambiente familiar. Como afirma el autor, “investigaciones en el área de la violencia familiar han demostrado que existen factores de riesgo fuertemente asociados con el problema, tales como el estrés económica y el desempleo”.

Desde Michaud, descrito hasta el momento como violencia lo es por cuanto a que existe una situación de interacción en la que Juana y Alfredo “de manera directa e indirecta, inmediata o diseminada [han pretendido afectarse] (…) en su integridad física, (…) moral, en sus posesiones, en su participaciones simbólicas y culturales” (Citado por Vargas, p. 224).

Así vemos una tendencia histórica en la que los actores son Juana y Alfredo, su origen ha sido una respuesta a su ‘suposición’ de la infidelidad de su esposa, los destinatarios a quienes afectan además de ser ellos mismos, son sus hijos, aunque en apariencia inintencionalmente, mas no hay que desconocer que como carga económica, pueden representar represiones en Alfredo que termine proyectándolas en agresión hacia ellos. Respecto a sus alcances son más bien específicos puesto que terminan afectando al hogar en cuestión. Temporalmente ha sido diseminado en el tiempo, siendo 16 años lo que ha transcurrido desde su inicio. Las causas que se presentan aparentan ser una pérdida de control o conciencia por las situaciones económicas, y la tendencia al alcoholismo de Alfredo, mas si miramos atrás, antes de ser el alcohol un determinante en los episodios de violencia, se pudo haber decido en su momento tomar este camino u otro, como aún se puede hacer ahora, pero la vida de Alfredo no se muestra dispuesta a tal cambio.

Desde estos antecedentes, compartimos el parecer que las condiciones que se crean en ambientes de socialización familiares, “tienen una alta relación con la estructuración de una cultura reproductora de prácticas violentas (…)” (Vargas, p. 15).


II. Descripción

Para describir el conflicto se hace necesario recurrir a un mapa de orientación en el que expondremos motivos, problemas de relación entre partes, discrepancias en la interpretación de los hechos, intereses incompatibles, entre otros elementos.

Comencemos por reconocer con Zuluaga que “el amor es en sí mismo conflictivo. (…) La unidad de la pareja sólo puede ser sólida y gratificante para los dos sobre la base de la diferencia. Toda otra forma implica exclusión y subordinación de uno de los polos”. (Zuluaga. P. 104). Desde esta perspectiva anulamos la posibilidad de remitirnos a excusas superficiales tales como incompatibilidad de caracteres, buscar asumir quien tiene la culpa de las dos partes, puesto que luego de 16 años de vida en conflicto, independientemente de quien haya iniciado, los dos se convierten en actores responsables o irresponsables de lo que suceda.

Lo que motiva el conflicto tiene dos direcciones complementarias y nutricias una de la otra. Respecto a Alfredo, le incomoda el hecho de no poder encontrar en casa el orden que responda a sus necesidades y demandas económicas (por la escasez), normativas (pese a que se muestra como el “falo”, el poderoso, sus hijos no le obedecen, por la legitimidad misma perdida al maltratar a su madre) y morales (desde la cultura machista se valora la mujer como “putas”, pero la mujer y las hijas son siempre la excepción. Los chismes descontrolan la posición de Alfredo, llevándolo en ocasiones a la violencia). Y respecto a Juana el hecho de soportar el silencio dos temores ante los cuales no sienta su posición y, por tanto, perpetúa el conflicto, por una parte el temor al maltrato de sus hijos por parte de su padre, y por otra, la insoportabilidad de tal situación. Se afirma que en dos direcciones porque pese a que aparece Alfredo como el irresponsable de la situación, Juana también lo es, permitiendo la confirmación de relaciones sado – masoquistas.

La incompatibilidad no solo de caracteres, sino de motivaciones personales, de afecto y respeto, de mutua complicidad en el proyecto de vida social, el cual no se evidencia por ninguna parte, hace que quienes se relacionan ya no se sientan parte del otro, y sin capacidad de influir en su vida, ni para bien ni para mal, quedando la violencia como última alternativa para hacer sentir la presencia de alguien que el contexto cultural y social le ha enseñado a valorarse (Alfredo – Juana) y a ser valorado (Juana –Alfredo) por lo que pueda aportar económicamente.

Entre Juana y Alfredo no existen discrepancias en la interpretación, ambos se saben distantes el uno del otro, mas no han hecho concientes, en los términos expuestos en párrafos anteriores, de lo que deben hacer con sus vidas, excusándose en sus hijos, siendo actores que también se afectan en este proceso, y en ocasiones, más que los mismos padres, ya que los intereses incompatibles están determinados en Juana y Alfredo mas por un fatum, por una falta de voluntad, y sobre todo de comunicación, y coordinación de un proyecto en común que vele por su calidad de vida de manera integral: social, económica, cultural y espiritualmente hablando.

Las barreras estructurales con las que se encuentran son las dificultades económicas en el hogar ocasionadas además de la falta de constancia en su búsqueda por parte de Alfredo, por la misma situación socio-económica en que se encuentra el país, y sus bajas tasas de empleo. Adicionalmente, los sistemas democráticas de Cuchilla de Villate, y la cultura machista que impera en este sector Caribe, condicionan el modo de reracionamiento social con el género opuesto a quien se le subvalora, y explota. Esto denigra sin duda, en una diferencia de valoración, es decir, el modo cultural de relacionarse con el sexo femenino y los infantes, determina el modo de reracionamiento con ellos.

El principal obstáculo que se opone al cambio es la indecisión de Juana y la falta de voluntarismo de Alfredo por convertir algunas de sus promesas de cambio en realidad. Los únicos procedimientos destinados a resolver la disputa han permitido que este se siga perpetuando, y es la mimetización de Juana hacia Alfredo. De este modo, con Ricoeur afirmamos que el perdón se ha convertido en un nuevo mal, la impunidad, desde la cual, con una falsa esperanza, que es más bien una resignación, se convierte a la ‘víctima’ en cómplice mismo de su queja.

Por último, respecto a los puntos de coincidencia o valores comunes no existen propiamente; sólo tenemos el anhelo de vivir dignamente, mas se distancia cuando Alfredo pretende hacerlo a ‘costillas’ de Juana. Los hijos son puntos de encuentro, sin embargo, no con igual constancia, ya que Alfredo se relaciona afectiva y respetuosamente mucho mejor con su hijo menor. Y Juana pese a que da su vida por ellos, teniendo el control económico de la situación, y la capacidad de sostenerlos con dificultades, pero sostenerlos, los somete a un riesgo constante de ser maltratados.

En cuanto a la cultura de paz al interior de la casa, está desdibujada por las relaciones patriarcales, y asimétricas, que se yerguen en unas bases temerosas motivadas por la esperanza de un cambio mágico, por que las cosas sigan como la sociedad machista lo espera. Según Restrepo, podemos afirmar que el modo que más se propicia es el del violento y no del civilista:

“Lo que diferencia al civilista del violento no es tanto que el primero sea un pusilámine y el segundo un verracote lleno de valor y coraje. Como seres humanos que son, uno y otro sienten miedo ante una fuerza que los niega o confronta”. (Restrepo).


III. Estructura del conflicto


Problema

El problema es valorado por Juana en términos de causas y efectos, focalizando en el alcohol, los chismes y la falta de empleo las razones principales por las cuales Alfredo ha cambiado, y se ha tornado tosco y violento. Pero haciendo la mirada retrospectiva, el problema es mantenido por Juana en su actitud sumisa e irresponsable frente al cuidado de sus hijos.

De este modo vemos que la agresión física, verbal y moral, es el modo en que perpetúan el conflicto de pareja, haciéndolo familiar, y tornándolo destructivo. Así, la agresión tiene lugar en el pseudoencuentro, según Frankl (psiquiatra vienés, creador de la 3ra. Escuela en Psicología: Voluntad de Sentido). Afirma Frankl que la agresión “es la consecuencia de la frustración de la voluntad de sentido, que en términos de relación se traduciría a la dificultad de acceder al otro o de responder lo que la presencia del otro interroga en mí”. (TURBAY y DURAN. 2001).
“( … ) es la frustración de esta misma voluntad de sentido, la frustración existencial y el cada vez más difundido complejo de vacuidad ( ... ) los que fomentan la agresividad, si es que no son su fundamento primario”. FRANKL, Viktor. Ante el vacío existencial. P. 21.

En May, en su libro Fuentes de la Violencia, significa el fenómeno de la violencia como una evasión de mí, proyectada en la ansiedad que me produce el otro. De este modo, al anular al otro, franqueo los límites de mi libertad, pero al mismo tiempo, limito las posibilidades del encuentro con el otro los cuales son significativamente cruciales para el desarrollo personal.

Culturalmente, el problema de los roles de pareja, que son los modos por medio de los cuales se reconoce al otro como diferente, están determinados en Alfredo y Juana por la cultura. Zambrano habla del problema de la identidad cultural en los términos en los que concibe la identidad como “un proceso donde (…) el resultado vivo de lo que el interminable pasado ha depositado pacientemente en capas sucesivas, a la acumulación imperceptible de sedimentos que ha creado poderosas bases de corteza terrestre” (ZAMBRANO, p. 145).

Los elementos que integra Valenzuela, en complemento con lo afirmado es que hay un daño físico, pero más que ese, hay un daño psicológico causado por la coacción que hace la cultura machista, mas se da en dos direcciones, sádica (De Alfredo a Juana) y masoquista (De Juana a Alfredo), connotando en tal acto la intencionalidad misma de causar el daño. Es aquí donde exponemos nuestra tesis de la relación en donde el problema de la violencia no ha sido una consecuencia de unas situaciones, sino que en Juana y Alfredo ha sido predestinado desde un inicio, siendo los acontecimientos sucedidos simples detonantes de algo que ya existía en la relación de quienes se habla.

No se puede reconocer intereses en relacionarse y necesidades que puedan compartirse, ya que la ausencia de un proyecto en común, anula las posibilidades de tener visiones de futuro, que en últimas son las que permiten encontrar intereses comunes en medio de la diferencia. Los valores que la separan son de tipo cultural, por la tradición machista que marca el derrotero de los roles en la relación de Juana y Alfredo, siendo Alfredo en términos psicoanalíticos, un pene que culturalmente le es otorgado el poder mas no por ello significa que sea el falo del hogar, pero la sumisión de Juana permite la Sostenibilidad de la relación de la cual ella misma se queja.

Las partes implicadas directamente en el conflicto, que son Juana y Alfredo no tienen la voluntad de reconstruir la relación y durante 16 años, de 18 años casados, se encuentran en conflicto, siendo la agresión verbal, moral, psicológica la característica durante los primeros años, presentándose la agresión física en los últimos años.

El problema ha ido rompiendo fronteras ya que los modos de sumisión pretenden, siendo el canal Juana, que se trasfieran a sus hijos, al exigirles de una u otra manera, que aceptan a su padre tal como es, que eso no cambiará, y que por tanto hay que resignarse. De este modo, la percepción que Juana tiene del problema estaba dirigida a la justificación de su conducta pero hoy día la agresión física ha marcado el límite de este irracional entendimiento.

Las dimensiones del problema no son únicamente culturales, sino patológicas, en cuanto a la búsqueda de soluciones del problema. Por parte de Juana existía lo que se denomina una resignación, o apatía frente al problema, que significa una resignación, una actitud indiferente frente a la situación. Y por parte de Alfredo su tendencia, aunque reforzada culturalmente, por evadir los problemas con el alcohol, el cual se convierte en momentos en una formación reactiva en la que encubre sus emociones, y sus intenciones reales.

Partes

Respecto a la composición de las partes se pueden reconocer dos partes directamente involucradas, y otras periféricas, que si bien no depende de ellas la solución del conflicto, influyen en ellos en términos de poder y afectos. Las dos partes involucradas son Juana y Alfredo. Las partes periféricas son los 4 hijos, la mamá de Alfredo y el hermano de Juana, el amigo del hermano de Juana y los vecinos. Las partes involucradas:

Alfredo: herrero de construcción. Tiene 39 años. Cursó hasta primaria. Su actitud es apática frente a la búsqueda de soluciones, y agresiva frente a la impotencia de lograrlas. Psicológicamente es una persona que tiene tendencias sádicas en sus modos de relación, asumiendo la coacción como modo único de organizar su espacio doméstico. Es una persona voluble, emocionalmente, aunque mantiene sus afectos de manera constante con el hijo menor. La percepción que Alfredo tiene de la realidad, es poca, ya que niega la tradición conflictiva en la relación prometiendo cambios que nunca ha hecho, y adicional a ello, afirma no acordarse del último episodio violento por el estado de embriaguez en el que se encontraba.

Juana: tiene 35 años. Cursó bachillerato. La actitud de Juana frente al conflicto es preactiva en cuanto a que está decidida a finiquitar la relación para hacerse responsable de lo que se queja: una vida familiar en paz. Emocionalmente se encuentra motivada por la afrenta que días recientes recibió por parte de Alfredo, convirtiéndose esto en motivo psicológico para tomar la decisión con coraje. Otro factor motivante es la percepción de Juana por parte del apoyo que recibe de sus hijos. Es necesario adicionar que otro de los factores que influyen en Juana es el hecho de superar el temor que ha sentido todo este tiempo en la convivencia con Alfredo, frente a la seguridad de sus hijos, lo cual la motiva a tomar decisiones y riesgos de los cuales se percibe como capaz de afrontarlos.

Las partes periféricas:

Hijos:
Hija de 16 años: Cursa Tercero de. Bachillerato, y es ella el elemento precipitante de la decisión de Juana por abandonar a Alfredo, ya que recibió maltratos por parte de él tres días antes de la denuncia. En la entrevista no pronuncia palabra, es el silencio el que expresa algo que no se muestra evidente.
Hijo de 14 años: Cursa Segundo de bachillerato. Apoyo en el hogar, en lo que respecta a la búsqueda del agua en la casa; Alfredo le exige rendir más, sin dar el el testimonio. Ha sido el único de la familia que ha confrontado la situación.
Niño 12 años: Cursa Quinto de primaria. Pese que aparece ausente del discurso, está en el fondo por ser parte del núcleo familiar, y representar un esfuerzo adicional económico y emocional.
Niña de 7 años: Cursa Primero de Primaria. Es con la única persona en el hogar que Alfredo mantiene lazos de ternura y afecto.

Hermano de Juana: se considera parte del conflicto por cuanto a que hace parte del ambiente familiar. Llega a comer, mas no duerme por lo general allá. Es quien la ha movilizado a considerar la posibilidad de abandonar a Alfredo. Teme por el bienestar de su familia ante el comportamiento agresivo de Alfredo, encontrándose dependiente de él, no por razones económicas sino, aunque hoy ya decidida a exigir una fianza para aislar a Alfredo, y así, proteger a sus hijos. Es bien recordar, que en el discurso aparece que ella alejó a las amistades de Alfredo, según comenta mujeres del barrio, por la pretensión que tenían de conquistarlo.

Amigo del hermano: persona que desencadena el suceso violento, por cuanto a que el día en que arremete con su familia Alfredo, es despertado por la voz de esta persona que llega en la madrugada a su casa.

Familia de Alfredo: sostiene a Alfredo en los momentos de crisis, y pocas veces se pronuncia frente al conflicto familiar. La mamá de Alfredo aporta a la hija de 16 años comida a cambio de realizar los oficios domésticos. La actitud de los padres es permisiva frente al problema económico, condicionando la irresponsabilidad de Alfredo en la búsqueda de ingresos económicos que le brinden sostenibilidad a su hogar.

El liderazgo en términos de poder de influencia de una de las partes para solucionar el conflicto lo tiene Juana por cuanto a que es ella quien confrontada con la situación, toma la decisión de la separación. Las relaciones que mantienen Alfredo y Juana han sido descritas como sado – masoquistas, por cuanto a que no se puede culpabilizar a un actor de la situación, sino que ambos juegan un papel de dinámico entre responsabilidad – irresponsabilidad frente a la relación, y a las partes periféricas en las cuales encubren y hacen latente su decisión.

Proceso

Las acciones que han amancillado la relación de manera recurrente son el machismo que caracteriza Alfredo, llevando unas relaciones verticales en su trato con su esposa y sus hijos, a excepción del último. Una actitud derrotista y conformista que empeora la situación familiar, ya que la variable económica juega un papel fundamental en la sobrevivencia cotidiana.

Se puede afirmar que durante 16 años de vida en pareja el conflicto estuvo latente, por cuanto a que fue un modo de relación siendo la agresión verbal, moral y psicológica la evidencia, aunque casi invisible de lo que se avecinaba. Alfredo desconfió de Juana desde un principio. La toma de conciencia del conflicto permite el paso de lo incipiente del mismo, en una toma de decisión por separarse liderada por Juana, construyendo con ello una acción social que transformará, si la mantiene, la cultura democrática que al interior de su hogar se ha gestado por casi 2 décadas. Es conveniente aclarar que los 16 años que vivió en conflicto duró sabiendo lo que le sucedía, pero no siendo conciente de ello.

Junto con Torres podemos darnos cuenta que esta convivencia familiar, se convierte en índice de la vida social, cuando “desde las más simples relaciones sociales de la vida privada individual, de la vida privada intersubjetiva, la vida familiar, las relaciones cotidianas de trabajo, estudio, recreación y descanso (…) están atravesadas implícitamente o explícitamente por un sentido político. (TORRES, p. 29).

El temor de Juana se reconoce como el que ha dado perpetuidad al conflicto, pero a un precio que ha puesto en riesgo la vida emocional y personal tanto suya como de sus hijos. Estanislao Zuleta, en el texto Democracia y conflicto de Borrero nos sostiene que “Hay que observar con cuanta desgraciada frecuencia nos otorgamos a nosotros mismo, en la vida personal y colectiva, la triste facilidad de ejercer lo que llamaré una no reciprocidad lógica”. (Borrero, p. 51).

IV. Evolución actual del conflicto: Mirada histórica

La tendencia histórica ha sido mantenida por Juana en su actitud permisiva y su temor (visto este como irresponsabilidad de afrontar las decisiones cotidianas) frente a los problemas que llevan historicidad en su familia. Haciendo una valoración temporal han convivido de los 18 años que llevan unidos, 16 años en conflicto, lo cual puede significar un modo de vida. En palabras de Izquierdo, la permisividad de Juana se convertía en la facilitación de una cultura de la violencia, que se nutría de los “dinamismos de odio y rechazo” que se insertaba en el diario vivir como se ha proyectado como el trasfondo que atemoriza y/o afecta tanto a ellos como a quienes viven y comparten con ellos.

El conflicto se agudiza cuando elementos como los problemas económicos y el alcohol se juntan, pero evasiva e irresponsable emocionalmente para evadir los problemas a los que está llamado a responder, se junta, conllevando esto a la agresión física y/o verbal a su núcleo familiar.

El conflicto ha tenido tres manifestaciones violentas, aparentando en la actualidad tener claridad y voluntad para finiquitar un modo de vida en pareja que ha traumatizado tanto a los actores que hacen parte del núcleo.

Se puede denotar en este proceso una tendencia masoquista por parte de Juana por recibir solo de Alfredo vacíos afectivos y económicos en la mayoría del tiempo, y seguir esperanzada que las cosas mejorarían, o excusada en que por sus hijos no tomaba la decisión.

Por parte de Alfredo, vemos un complemento dinámico en las relaciones de pareja, a saber, su sadismo, tendencia de afectar con quien nos relacionamos, sin complejo de culpa, o bien minimizado a tal punto que no moviliza los afectos que comprometan para no repetir los comportamientos mínimos.

Quedándonos con la lectura del desarrollo del conflicto, y sobre la identificación de la estructura sobre la cual se da continuación, el conflicto ha proyectado en la historia continuación. Se han hecho intentos de mediación, pero todos fallidos; a razón de que ninguna de las partes ha tomado decisiones que modifiquen el curso de los hechos, siendo los más afectados los niños, quienes dependientes de la situación, están ligados a vivir con quienes son sus padres, pero entre ellos mismos enemigos.

Desde Rollo May, en su libro Fuentes de la violencia se nos presenta la violencia como la negación personal que se hace el agresor de crecer con quien ha matado. En el caso de Alfredo él mismo se niega la oportunidad de exigirse a sí mismo al distanciarse de sus hijos y de Juana a través de la cultura machista y del alcohol que le hace en apariencia insensible a su vida, manteniendo también en aparente convicción las relaciones verticales que no hacen más que “empobrecernos” como seres humanos.

May expone distintos tipos de poder, en algunos de los cuales se puede caracterizar como violento el modo de relación histórica que ha llevado Alfredo y Juana mutuamente. Respecto al poder explotativo, el cual se “identifica [con] el poder con la fuerza” (MAY. P. 119). Alfredo hizo uso de este cuando exigía a Juana un compromiso mayor del que estaba haciendo, sin ser recíproco él en la búsqueda del sustento diario.

En cuanto al poder manipulativo, entendido en May como poder sobre otra persona, las relaciones verticales determinaron grandemente el modo en que los otros respondían sumisos ante las demandas de Alfredo.

Respecto al poder nutricio, lo define May como “el poder para el otro… el cuidado de un padre o madre normal brinda a sus hijos”. (MAY. p. 123). Juana ha tenido este poder desde un inicio, y no hizo uso de él, tenía la responsabilidad con sus hijos y el temor a lo inesperado la mantuvo en una vida mucho más riesgosa, poniendo en peligro la vida de sus hijos.

Y por último, el poder integrativo, es el poder con la otra persona. Aquí por una parte los familiares de Alfredo, como actores periféricos, fomentan la inutilidad de su acción social en la búsqueda del diario sostenimiento de su hogar, dándole plata para sus gastos, los cuales no los empleaba en su hogar, convirtiéndose en cómplices de sus actos. Por otra parte, Juana, con su permisividad tenía también el poder de con su decisión influir en él, o al menos no seguir permitiendo que Alfredo “no la dejara hacer” y con ello ser en su hogar.


V. Estado actual del conflicto: Mirada actual.

Actualmente, hay disposición por parte de Juana por romper los lazos que la amarran a Alfredo, decidiendo en apariencia por primera vez por ella y por los hijos, motivada por culminar con el temor que diariamente siente cuando deja a sus hijos solos con su esposo.

Juana valora estas últimas circunstancias conmocionada, temerosa aún de algo que encubre su deseo, y es que cuando los niños crezcan lo pueda malograr. Juana se ha hecho conciente de su forma permisiva de llevar la situación, y desea hacer algo. La solución que propone es la separación, la ruptura de vínculos afectivos y económicos con Alfredo, lo cual, al parecer, más que causarle un daño personal, le significaría un gasto y una preocupación menos.

Existe pues un proceso de empoderamiento en el que Juana ha iniciado a darse cuenta del valor que como mujer tiene, y de lo que es capaz de hacer, otorgándose confianza para el logro de la separación, siendo el factor económica el que pese a angustiarla, no le ocupa completamente sus pensamientos porque desde tiempo atrás ha demostrado que ha sido capaz. González comenta que el empoderamiento a los sujetos, “les significa la oportunidad de mirarse como individuos con poder de decisión, de incidir en el ámbito escolar y hacer suya esa construcción”.

Sin embargo Florence Thomas nos afirma que no será posible un cambio sino se es constante en su búsqueda, porque para sostener el cambio y promover un tipo de relaciones de género se “requiere de mujeres dispuestas a recuperar un lugar en la cultura, un lugar que les permita existir como sujeto. Sin estas premisas o hay manera de iniciar el diálogo. (Thomas. P. 216).

De Roux, nos comenta en su libro Proceso de paz y construcción de región, que perdonar es “ (…) aquí vamos a tener la grandeza de empezar a construir frutos con conciencia de las cosas que ocurrieron” (Roux, p. 289). Desde esta perspectiva, el perdón más que olvidar es asumir los hechos e integrarlos en nuestras vidas para construir nuevos caminos, no siendo esto lo que realizaron Juana y Alfredo, quienes mantuvieron incipiente el conflicto por mucho tiempo. Así, podemos valorar más que el fin de una relación, la posibilidad del inicio de una nueva forma de relación, donde sin vivir juntos se aprenda a vivir con tranquilidad, y establecer otros modos de relación si voluntariosamente las partes están dispuestas a ello. Además, les educa, por vía del testimonio a los niños, que la vida exige tomar decisiones para el bienestar colectivo.

Al afirmar Zuluaga, parafraseando a Freud, que la agresión “es un elemento originario en el ser humano, anterior a la propiedad, y constituye, el fundamento de todos los vínculos de amor y de ternura (ZULUAGA. p. 92). A partir de este argumento psicoanalítico, se afirma que tanto Juana como Alfredo tienden a ser agresivos. Juana podría otorgársele una agresión reprimida frente a Alfredo por la sumisión de su comportamiento ante él, aunque manifiesta en sus hijos por cuanto a que no tomó por ellos la decisión durante 16 años, sino ya a lo último de su vida. Mientras que Alfredo expresaba su agresión, de manera errónea, en el maltrato físico, moral y psicológico a sus hijos y a Juana. Esto indica que ninguno de los dos deja de ser responsable de su acto, por cuanto a que en la relación no se dieron a la tarea de construir espacios donde pudieran crecer como familia, como pareja y como individuos.

Desde una lectura fenomenológica – existencial vemos el mismo fenómeno, y se valora la comunicación como aquella que permite “analizar la situación con el otro y descubrir o construir posibles vías de solución durante los conflictos. De lo contrario, la represión se nos presenta como vía alterna. Vemos que quienes comparten y utilizan el método de la represión, son dos entes completamente desconocidos, sin capacidad de influencia en el otro, y seguramente, con mucha violencia como canal de comunicación” (TURBAY y DURAN, 2001).

La comunicación exige anular los prejuicios y confrontar los que se tengan dialogándolos con el otro, para lo que es necesario antes que nada saber escuchar. Los prejuicios son los obstáculos más limitantes de la relación, ya que al categorizar lo que el otro es y designar con ello cualidades específicas a su ser, no puedo confrontarlo en un diálogo amable y directo y dejo que los prejuicios se encarguen de la relación.

Siendo así, las palabras se deberían convertir en Alfredo y Juana, independientemente del futuro de su vínculo, en espacios para acercarse más al otro. Desde esta perspectiva, “una cosa es decir que la conciencia personaliza el conocimiento y otra que la conciencia se personaliza en la confrontación del otro.


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ZULUAGA, Jaime. Conflicto y Vida social. Texto de apoyo. Texto de apoyo. Especialización Desarrollo Social. Universidad del Norte. 2003.



* Se da claridad sobre los conceptos de falo y pene en la obra psicoanalítica propia de Freud, y de un postfreudiano, Lacan quien se encarga de desarrollar estos conceptos en lo que hoy día es una obra cumbre de actualización a la época y a Francia de lo que una vez fue el psicoanálisis en Viena. El pene es el nominativo para el aparato reproductor masculino, mas el falo, es el significante del pene en términos de poder, pudiéndolo tener indistintamente un hombre o una mujer.

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