miércoles, 18 de julio de 2007

Arrestos de fundamentación antropológica de la democracia participativa

La relación Yo – Tú y Yo – Ello como fundante de la participación

Líneas anteriores fueron testigos fieles del interés que movilizaba en torno a la construcción de la propuesta Encuentro de Saberes en pro del desarrollo social, para deconstruir una lectura epistemológica desde la propuesta de Jürgen Habermas, más propiamente de su texto Conocimiento e interés. Sólo quien lo haya leído sabrá si pude ser responsable con la tarea que me propuse. Hoy, en otro acto de irresponsabilidad, me moviliza la idea de continuar con estos primeros caminos de construcción argumentativa. Hay mucho por construir en términos prácticos, pero buscando ser más coherente con mi lugar actual (la Academia), y desmotivado por construir técnicas concretas que nos permitan llevar lo cocnocido a la práctica, me detengo un momento, y me preocupa más hondamente la Fundamentación misma que nos soporta como cientistas sociales. La pregunta que muchas veces se busca responder con diseños técnicos, apaga el mismo hálito emancipador de la duda, y con esta primero quiero emparentarme.

Como titulé este breve ensayo, la Fundamentación antropológica que pretendo presentar fue la reconstruida posteriormente a un proceso de investigación de pre-grado. Le denomino arrestos, porque propondré riesgosamente una posible manera de justificarse filosófica y antropológicamente el problema de las relaciones interpersonales, siendo esta la base, a mi parecer, de la posible proyección de una democracia participativa.

El autor que utilizaré posteriormente es Martin Buber, filósofo humanista – existencial, crítico de la tendencia moderna en considerar que la autorrealización del sujeto se encontraba en el dominio de la razón que se gestaba desde el sujeto. Buber es conocido como un sacerdote de la corriente mística del hasidismo, y en los filósofos de la época en la que Kant y Heidegger le eran conocidas sus obras, decide emprender un rescate por la relación, como lugar de construcción de identidades. Buber deja claro que su producción no le pertenece a su inspiración individual, sino que se la debe a un pionero que dejo la cuestión planteada, Ludwig Feuerbach.


“La verdadera dialéctica no es un monologo del pensador solitario consigo mismo, sino un dialogo entre el Yo y el Tu. FEUERBACH, Ludwig. (1984. pp. 124).

El modo de elaborar mi siguiente ensayo será sobre la presentación de la filosofía dialógica de Buber, desde la cual alternaré con una exposición a los estractos más significativos de las lecturas leídas, con el objeto de denotar de qué manera, la relación, desde Buber, es una Fundamentación válida, de la cual posteriormente se nutren indistintos autores, incluyendo psicólogos como Fromm quien pertenecía fue promotor de la teoría crítica, en donde se fundamentaba mi primer ensayo, escrito a más de dos manos.

Para contextualizarnos, partiré de la idea de filosofía de Habermas, y su relación con la teoría social.

En la estructura interpretativa de los intereses el trabajo, el lenguaje y el poder son estructuras de la vida sobre las cuales se desarrollan intereses tales como el técnico y práctico. El interés emancipatorio, por su parte, se encuentra por encima de estos, pero no se hace posible sin estos.

Es, aquí, pues, donde la autorreflexión aparece, estableciendo que la crítica de la teoría social debe estar nutrida, según Kant, en un conocimiento a priori, pero Habermas se muestra en desacuerdo afirmando lo siguiente:

“… fuerza emancipatoria de la reflexión, que el sujeto experimenta en sí mismo en la
medida en que se hace transparente a sí mismo en su propia historia genética”

No es el sujeto mismo lo que permite la emancipación en su proceso de autorreflexión, sino su confrontación con la génesis de su historia, con aquello que le confronta, que le impele en contra de sí mismo, de su verdad.

Desde Habermas, se acepta una dialéctica entre el sujeto y su mundo, el interés emancipatorio pretende que no se esclavice a sí mismo ni al mundo, sino que permanezca dinámico el intercambio entre ambos. Además, de aquí se deriva el hecho de que Habermas no afirme como absoluta la conciencia trascendental pura, ya que “La naturaleza en sí es una construcción”. A continuación, retomaré la obra de Martin Buber, para luego presentar sobre la lectura de éste autor, la interpretación del concepto de democracia participativa, sobre el cual examiné el tema como punto de anclaje.


LA PROPUESTA DE LA RELACIÓN DIALÓGICA EN MARTIN BUBER

En el libro Yo y Tu Martin Buber (1923) nos expone que el hombre tiene dos maneras diferentes de relacionarse, ya sea con los demás seres humanos, con el mundo natural, o con el mundo de los seres espirituales, siendo estos dos tipos de relación la relación yo-tu y la relación yo-ello. Estas dos formas de relación tienen ciertas características que las diferencian y distinguen.

Según Buber, la relación yo-tu sólo puede ser vivenciada con el ser entero. El ser entero, total o completo de una persona es esa persona en sí, vista como un todo. Buber emplea el ejemplo del árbol para esclarecer este concepto. Al contemplar un árbol nos comenta que podemos verlo de diferentes maneras. Se sabe que el árbol es una imagen que tiene ramas grandes, hojas verdes y un gran tronco. Puede ser asignado a una especie determinada y reconocerlo como una expresión de la ley natural, pensarlo en sus componentes químicos, disolverlo en un número o una relación entre números. Pero al hacer todas estas cosas solo me estoy centrando en las diferentes partes del árbol. En este momento el árbol es para mi un objeto de mi conocimiento el cual tiene un lugar y espacio de tiempo, una forma y una condición. Sólo cuando yo contemple a ese árbol como lo que es en toda su totalidad, como un árbol que lo es todo, especie, componentes químicos, números, movimiento, imagen, tiempo, espacio, de una forma inseparablemente fusionada, solo en ese momento YO, con mi ser entero, podré entrar en relación con el ser entero que es el árbol.

Además de poder ser vivenciada sólo con el ser entero, la relación yo-tu, no tiene ningún propósito fuera del de su propia realización. No se entra en este tipo de relación sólo porque me interese o me convenga relacionarme con alguien; simplemente ocurre. De la misma manera esta relación no se encuentra mediada por nada, ya que ningún concepto previo interviene entre el YO y el TU.

“Cada medio es un obstáculo. Solo donde todos los medios han sido desintegrados ocurre el encuentro.”[1]

Ahora bien, el encuentro ocurre por obra de la gracia, ya que por más esfuerzos que el hombre haga para que este se dé, no hay nada que pueda garantizarlo. Entendamos por gracia en este contexto, no aquella connotación cristiana, sino aquello que representa lo no previsible, que no puede estar sujeto a control alguno. Tal como podemos corroborarlo en Buber cuando afirma lo siguiente:

“ El tú me encuentra a merced de la gracia -no puede ser hallado por medio de la búsqueda. Pero que yo pronuncie las palabras básicas a éste es un acto de mi ser entero, es mi acto esencial.”

Es importante aclarar que el encuentro, visto desde la perspectiva de Martín Buber, sólo se da en la relación yo-tu, ya que las dos personas que entran en este tipo de relación, lo hacen como personas genuinas, como seres enteros. El momento del encuentro, para Buber, es de suma importancia, pues es allí donde sucede la confrontación de un YO con un TU. Esta confrontación debemos verla como un estar frente a frente con otra persona, como el contacto directo de dos seres, libre de prejuicios y anticipaciones.

El encuentro exige riesgo y sacrificio, ya que con la confrontación los participantes deben abrirse el uno al otro y mostrarse tal como son. Esta desnudez deja al descubierto el ser entero de una persona y no permite que ésta guarde nada para sí, ya que debe entregarse de forma completa y total.

Por otro lado, la relación yo-ello se diferencia de la relación yo-tu, puesto que el hombre no se relaciona con el ser entero, sino tan solo con una parte de este, con un fragmento de sí. No podemos pretender vivenciar ni alcanzar a vislumbrar el ser entero de la persona con la cual nos relacionamos de esta manera, ya que los participantes se caracterizan por la falta de autenticidad, el temor a mostrarse tal como son y la poca apertura al cambio.

De esta manera, las palabras yo-ello apuntan a una relación entre una persona y una cosa, entre un sujeto y un objeto, ya que incluyen algún tipo de utilización, dominación o control de o sobre las personas o cosas que se encuentran a su alrededor.

Ahora bien, durante el curso de nuestras vidas nos movemos constantemente entre el mundo del TU y el mundo del ELLO. Sería utópico e ingenuo pensar que se puede vivir en el mundo del TU eternamente.

Cuando nos encontramos sumergidos en el mundo del ELLO, percibimos lo que sucede a nuestro alrededor como simples procesos, acciones y momentos, percibimos que las cosas consisten de cualidades, que se pueden medir, coordinar y establecer dentro de un espacio y tiempo específicos. Es un mundo seguro para el individuo porque sabe que lo puede controlar, al igual que a sí mismo dentro de este. Un mundo que se deja conocer por el hombre pero no se entrega a él en una relación recíproca.

En el mundo del TU, por el contrario, el encuentro sucede con un ser que se revela a sí mismo, y en ese momento nada más está presente. Este mundo no ofrece seguridad al individuo, pues siempre está cambiando, transformándose y renovándose. Este tipo de encuentro sucede cuando no se busca y desaparece al tratar de aferrarse a él, siendo solo un regalo que se tiene mientras se tiene y el cual se puede convertir en un objeto para el uso y experiencia, pasando del mundo del TU al mundo del ELLO inmediatamente. El TU debe pasar a ser un ELLO cuando la relación ha cumplido su curso; el ELLO pasa a ser un TU al entrar en el evento de la relación con algo o alguien. Al respecto de esto Martín Buber dice lo siguiente:

“ Y con toda la seriedad del caso escuchen esta verdad: sin el ELLO el ser humano no puede vivir. Pero aquel que viva solo con eso no es humano.”[2]

Un concepto clave que tiene muy en cuenta Buber es el de relación. Al hablar de la relación yo-tu siempre se refiere con el término relación, mientras que al tocar el tema de la relación yo-ello se refiere a esta con el término experiencia. De esta manera, la relación es reciprocidad, es la comunicación directa e inmediata entre un yo y un tú. Cuando se entra en relación y se confronta a la otra persona , uno ya no ve particularidades ni cualidades ni fragmentos de esa persona. Ese TU es un ser total en toda su complejidad y lo percibes por completo. Por otro lado, cuando experimentamos el mundo y a los demás, nos vamos por las superficies de las cosas y extraemos un conocimiento acerca de la condición de aquellas cosas. Los que experimentan no participan en el mundo, ya que la experiencia se encuentra ‘dentro de ellos’ y no entre ellos y el mundo, como sucede en el caso de la relación. La experiencia y el uso del conocimiento pertenecen entonces al mundo del ELLO. Buber se hace unas preguntas al respecto de esto:

“¿Qué es, entonces, lo que uno experimenta del Tú?
Nada en lo absoluto. Pues uno no lo experimenta.
¿Qué es, entonces, lo que uno conoce acerca del Tú?
Solo todo. Porque en este punto no se conocen particularidades.[3]

Otro aspecto importante que destaca Buber al diferenciar la relación yo-tu y yo-ello, es el concepto del presente. Roubisek nos dice lo siguiente al referirse a lo presente desde Buber:

“ (...) si nuestra experiencia ha de ser plena, tenemos que vivir en lo presente, darle contenido y duración, concentrarnos en lo que actualmente experimentamos, sin prestar atención al paso del tiempo.” [4]

El tú debe volverse presente para poder vivir en el presente, es decir, en la medida en que una persona esté dispuesta a vivir realmente, a encontrarse con otra persona auténticamente y sin reservas, vivenciando ese momento como si nada más que eso fuera importante, sólo entonces habrá presencia. ¿Qué es entonces la presencia ? Buber lo expresa de la siguiente manera:

“La presencia no es aquello que es efímero y pasa sino aquello que nos confronta, esperando y perdurando. Y el objeto no es duración sino estancamiento, cesación, rompimiento, volviéndose rígido, sobresaliendo, careciendo de relación, careciendo de presencia.” [5]

En el mundo del ELLO, la persona no vive en el presente puesto que no es real consigo misma ni con los demás. No ha establecido una relación con nadie donde pueda mostrarse sin máscaras, como es verdaderamente, así que sus supuestas relaciones están basadas en una multitud de contenidos o cualidades que solo tiene un pasado mas no un presente. Todo aquello que no se me haga presente, por medio del encuentro por ejemplo, todo aquello que tenga que ser recordado, analizado, discutido o clasificado es parte del pasado y por ende reside en el mundo del ELLO.

“ Lo esencial se vive en el presente, los objetos en el pasado.” [6]

Otro tema fundamental que trata Buber en su libro Between Man and Man es el del diálogo o la comunicación. Buber distingue tres clases de diálogos, comenzando por el diálogo genuino donde cada uno de los participantes tiene verdaderamente en cuenta al otro en su ser presente y particular y lo confronta con la intención de establecer una relación viva de reciprocidad. El segundo tipo es el diálogo técnico que aparece con el propósito del entendimiento científico y objetivo. El tercero y último tipo, el monólogo que pretende disfrazarse de diálogo, en el cual las personas hablan entre sí de diversas maneras como en el debate, donde no se le habla a las personas como lo que son realmente, personas, sino por el contrario, como objetos receptores de aquello que alguien desea discutir. O en el caso de la conversación, que se caracteriza por la simple necesidad de comunicar, en vez de establecer un contacto real y directo con alguien y ganar algo de ese encuentro. Acerca de este tercer tipo de diálogo, el monólogo, Buber expresa lo siguiente:

“ Aquel que vive la vida del monólogo nunca es consciente del otro como algo que absolutamente no es él mismo y al mismo tiempo algo con lo que aun así se comunica.” [7]

Podríamos llegar a creer que el hombre solitario es el que vive la vida del monólogo, pero no es así, puesto que estas personas gozan de muchos contactos comunicativos con los demás. El problema radica en que son incapaces de tener una actitud real en el contexto del ser entero, con las personas de la comunidad de la que hace parte. Para esclarecer lo que significa vivir en el diálogo genuino a diferencia de vivir en el monólogo utilizaremos la siguiente cita:

“ El ser, que vive en el diálogo, recibe aún en el abandono extremo un duro y fortalecedor sentido de reciprocidad; el ser, que vive en el monólogo, no lo recibirá, aunque se encuentre en la mas afectuosa intimidad, andará a tientas sobre el esbozo de su sí mismo.” [8]

Pasando a otros conceptos claves en la obra de Martín Buber nos encontramos con la importante distinción que éste establece entre los términos individualidad y persona. La individualidad la relaciona con el hombre que vive en el mundo del ELLO, ya que ésta incluye partes de la persona como la raza, el carácter, la profesión, las actividades que realiza, el genio, etc., mientras que lo que Buber llama persona se relaciona con el hombre que vive en el mundo del TU, ya que representa la yoidad, lo que esa persona es en su totalidad, que se puede expresar por medio de las palabras “yo soy”. Roubisek retoma a Buber en un intento por esclarecer estos conceptos de la siguiente manera:

“ La individualidad se manifiesta diferenciándose de las demás individualidades. La persona, entrando en relación con otras personas. La una es la forma espiritual de la natural separación; la otra, la forma espiritual de la natural solidaridad unitiva.” [9]

El propósito de la individualidad, es decir, de separarse o diferenciarse de los demás, es poder experimentar y utilizar el mundo y las personas de la forma que a ese individuo más le guste o le parezca. Por otro lado, el propósito de quien es persona, es el de relacionarse, para así poder entrar en contacto con un tú, y de esta manera hacerse consciente de sí mismo como un ser-con-otro-ser, a diferencia de la individualidad que se ve a sí mismo como alguien que es de esta manera y no de esta otra.

A continuación, presentaré los conceptos de los textos leídos de manera integrada, y desde la perspectiva buberiana en lo referente a la Gestión Territorial, Gobernabilidad y Desarrollo.

Partamos, con el objeto de contextualizarnos de lo que entiende por Democracia, Anthony Giddens:

Entiende por democracia un "sistema que implica competencia efectiva entre partidos políticos que buscan puestos de poder" (Giddens, p. 82).

Esta libertad estaría basada en la asociación de libertad de participación con libre comercio. La paradoja de la democracia, describe el autor, es que los países que han iniciado este proceso se han desilusionado, ya que los niveles de confianza en sus dirigentes han sido objeto de burla por parte de ellos. El deber, pues, está en democratizar la democracia, ya que los viejos mecanismos del poder están obsoletos, ejemplo de ello se encuentra en el clientelismo. La estrategia propuesta apunta a crear jurados populares que constantemente validen los procesos de los políticos, y los partidos políticos por su parte que deberán comprometerse a los movimientos sociales. Un elemento adicional de esta campaña, es fortalecer la cultura cívica, e integrar a los medios de comunicación.

Mi planteamiento está pues, dirigido al hecho de que el tema de la Gestión Territorial, Gobernabilidad y Desarrollo, tiene por soporte de base el tema de la democracia participativa, dentro de la cual se promueve un desarrollo pertinente al contexto que lo demande. De esta manera, podemos ver cómo Zuleta, en su texto Democracia y participación en Colombia, nos deja sentadas las bases concordantes con lo que Buber afirma respecto a la relación. No es posible concebir el desarrollo, sino en términos de un encuentro genuino, transparente (lo cual no indica desinteresado, sino sincero) entre dos. No hay quien domine al otro como si existiese un sujeto poseedor de la verdad, y otro, borrego, quien simplemente acepta, ignorante del camino al cual se le indica[10].

Sin embargo, desde Buber se reconoce la necesariedad de reconocer en el otro como sujeto activo la posibilidad del abandono voluntaria de la labor social, y propone con el concepto de gracia la posibilidad de que uno de los participantes pueda abandonar su compromiso en la relación, dejando el camino abierto para que todo pueda pasar. De esta manera, reconociendo la base que Zuleta tiene en Kant, como representante del pensamiento moderno, es conveniente aclarar la tendencia humanista que es propia de estos autores de considerar que el sujeto, una vez ilustrado, o con los recursos para ilustrarse, debe procurar el uso de una razón universal, del imperativo categórico.

El principio que defiende Zuleta, tipicamente kantiano para tal proposito democratico, es la racionalidad, entendida esta como la que “conlleva a la participación[pues] es la libertad la que vuelve a la gente verdadera porque la obliga a discutir”. Si bien es cierta tal afirmación, desde Buber no trascendería el derecho y deber de la confrontación, mas las voluntades que se relacionan no tendrían determinado el camino del acuerdo. Es por eso, que es rescatable, desde Buber, la afirmación que implica la aceptación de la diferencia del otro; en palabras de Zuleta: “el derecho fundamental es el derecho a diferir, a ser diferente”. Mas esta afirmación, desde los planteamientos buberianos no lleva implícito el consenso habermasiano.

De esta manera, se comprende la afirmación de Roa, cuando afirma que “la política, como arte y como ciencia social, es clave para precisar relaciones entre el Estado y la gobernabilidad democrática”, ya que funda en ella el requerimiento básico de las Ciencias Críticas, que puede encontrarse en Buber, la validación de la relación o encuentro de saberes, como pilar definitorio del desarrollo social; si ubicásemos la relación que existe entre Estado y Gobernabilidad y ubicamos la política como puente de tal relación, reconoceríamos entonces, que la relación Estado – Gobierno – Pueblo, no exige una respuesta definitiva, sino una constante tendencia a un relación transformadora, donde la muerte de tal relación, se una de las posibles resultantes para reactualizar y redirigir a los actores sociales.

Es por ello, que junto con Roa, podemos afirmar desde Buber que el liderazgo político democrático "es concomitante con la evolución que converge en el surgimiento de lo humano”, ya que reconoce como punto de encuentro no una relación yo-tu o yo –ello, sino la validación de los procesos de comunicación como focos de encuentro no definitorios de la voluntad de quienes participan, sino como un proceso de construcción social.

Si gustásemos, podríamos aclarar que el concepto de voluntad, desde Casasbuenas, fundamenta que uno de las fuerzas poderosas para que el alcalde, desde el Estado pueda proponerse establecer una coherente gobernabilidad como líder y como gerente, es la voluntad de logro, en la que reconoce la necesidad en quien gobierne de tener propósitos, que desde Buber, serían comprendidos estos como intencionalidades, es decir, “metas intrépidas pero alcanzables”. No es posible comprender el desarrollo social desde la relación Estado – Gobierno – Pueblo, sin la disposición del sujeto mismo, entendiendo tal, como una opción entre otra posible que es la de no interesarse por el pueblo, donde una de las posibles formas es la narcoburguesía, como le asigna Varela.

El testimonio de Curitiva, en Brasil, nos da muchas luces al respecto de esta reflexión, en torno a que el alcalde de la ciudad Lerner, quien comenta que: “los brasileños no son ni santos ni nacieron ambientalistas. Si uno quiere que usen menos sus automóviles, tiene que darles una alternativa atractiva, como línea de buses rápidos”. Desde esta comentario podemos validar un argumento básico de la democracia participativa que puede encontrar sustento en Buber y en Correa. Correa, en su texto Aproximaciones a la teoría y la práctica de la participación, nos afirma que “la democracia, hay que conquistarla y se conquista mediante la organización, cuyo supuesto es la participación del mayor numero de actores, sobre un escenario, todos orientados hacia un fin y unas metas (…)”; estamos hablando justamente del derecho a la diferencia que defiende Zuleta. La diferencia, desde Buber, permite la relación, pero al mismo tiempo la complejiza, pero es el único camino válido para permitirla. Buber, al respecto nos dice lo siguiente:

"(...) es precisa apartar de la idea de comunidad toda sentimentalidad, toda exageración y exaltación. La comunidad no es nunca estado de ánimo, y aun en el caso de que sea sentimiento, es siempre sentimiento de una organización. Comunidad es la organización interior de una vida común que conoce y abarca el "cálculo" seco, el "azar" rebelde, la "preocupación" amenazante. Es comunidad de aflicción, y, sólo a partir de eso, comunidad de espíritu; es comunidad de esfuerzo y, sólo desde ahí, comunidad de salvación. (...) Pero una comunidad en modo alguna necesita ser "fundada" (...) Las vinculaciones no son más que objetivas, se gestionan conjuntamente los intereses y tendencias comunes y no hay lugar para la "inmediatidad". La colectividad no es una especie de reunión agradable, sino una gran federación de fuerzas económicas o políticas, poco fecunda para el jugo de imaginación romántico, pero comprensible numéricamente (...)" (BUBER, p. 197, 198, 199).

De esta manera, solventamos la idea de Lechner, en cuanto a que caracteriza la sociedad civil (con quien se relaciona el Estado a través de la gobernabilidad) como antiautoritaria, en relación con el estado, en quien reconoce un actor social que pretende liberar de las cadenas el orden social al que se sabe sometido. El hecho de establecer la democracia, el estado y el mercado, le designa a la sociedad civil y al estado mismo, poderes que le permiten una mutua confluencia, desde los cuales se valida una posible relación recíproca, y no impositiva, en la que la sociedad civil es valorada como una masa amorfa que se le exige mimetizarse.

Los sujetos que viven dentro de este tipo de sociedades terminan siendo cosificados a través de lo que Carlos Blanco denomina explotación de la jerarquía social, donde significa “la propia cosificación de las relaciones humanas en que el capital se desenvuelve. Es la disputa entre el Estado y el Mercado como entidades separadas sobre la cual el estado domina como si fueran totalmente separados”. Gergen le denomina a los recursos que utiliza el estado o cualquier tecnología resultante de las ciencias dominantes imbuidas de capitalismo como tecnologías de saturación social; estos mismos son denominados por Blanco, como modos de producción caducos, donde prima un desarrollo desigual, y sobretodo, una disolución de las comunidades, donde “las formas de vida comunitarias comenzaron a considerarse obsoletas, destruyendo con tal afirmación sus propia cultura”.

El impacto que genera en el sujeto que participa en un proceso de masa es denominado por el marxismo, alienación, y por el psicoanálisis, enajenación. Este análisis me insta como psicólogo para culminar el texto, ya que autores como Fromm lo denominan Síncrome de enajenación:

“Síndrome de enajenación, deriva una actitud pasiva del hombre. Siendo pasivo no se relaciona con el mundo y se ve obligado a someterse a sus ídolos y sus exigencias. Se siente por tanto, impotente, solo y angustiado. Posee ese escaso sentido de su integridad e identidad”

Las características que adornan al sujeto enajenado son denominadas por Fromm como pérdida del contacto humano y la privacía, tendencia a fragmentarse, tendencia a sentirse, y la pérdida de la incertidumbre, y el despertar por conquistar alguna, cualquiera que sea.

Desde Gergen, autor contemporáneo congéneres, psicólogo clínico – social defensor del constructivismo describe la realidad del sujeto como un proceso de saturación del yo, estado que hace alusión a la realidad actual en la que los logros tecnológicos han propiciado una alteración totalizadora de la manera como nos relacionamos con los demás, quedando funcionalmente sometidos a una "andanada de estímulos sociales" (Gergen, 1995).

Esto puede materializarse, desde la psicología en un texto de Gergen donde devela la terapia como una construcción social, en la que sustenta la idea de que la esencia de los sujetos no está determinada con el nacimiento, sino que es un constante proceso de construcción social con el entorno. En palabras de Gergen:

“el construccionismo se opone a la tendencia a esencializar el lenguaje; o sea, se opone a usar las palabras como si fueran imágenes, mapas o réplicas que existen independientemente del que interpreta. Bajo esta premisa, el construccionismo nos ayuda a recordar el aforismo que tanto amaba Gregory Bateson: "el mapa no es el territorio".

Dos de las dimensiones que se deben rescatar en la democracia participativa, son las que reconoce Gergen como necesarias para el cambio en la promoción del desarrollo social es partir del reconocimiento que el yo no basta como universalidad, y que la singularidad debe dar paso a la polivocalidad. De esta manera, podemos afirmar con Buber:

“(…) ahora podemos dirigirnos al individuo y reconocernos como el hombre según sus posibilidades de relación; podemos dirigirnos a la colectividad, y reconocerla como el hombre según su plenitud de relación. Podremos aproximarnos a la respuesta de la pregunta “¿Qué es el hombre?” si acertamos a comprenderlo como el ser en cuya dialógica, en cuyo “estar-dos-en-reciprocidad-presencia” se realiza y se reconoce cada vez el encuentro del “uno” con el “otro”. (BUBER, 1981, pp. 151)



BIBLIOGRAFÍA

BUBER, Martin. Between Man and Man. Boston: Beacon Press, 1955.

____________. Caminos de utopía. Fondos de Cultura económica: México. 1992.

____________. ¿Qué es el hombre? Fondo de Cultura económica: México. 1981.

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CASASBUENAS, Guillermo. Alcalde: además de gerente un líder. Texto de apoyo de la Especialización en Desarrollo Social. Universidad del Norte. 2003.

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FEUERBACH, Ludwig. Tesis provisionales para la reforma de la filosofía. principios de la filosofía del futuro. Barcelona: Orbis. 1984.

FROMM, Erick. La revolucion de la esperanza: hacia una tecnología deshumanizada. Fondo de Cultura Económica: México. 1982.

GERGEN, Keneth. El Yo Saturado. Paidos Contextos: Barcelona, 1992.

GIDDENS, Anthony. Un mundo desbocado: Los efectos de la globalización en nuestras vidas. Taurus: España. 2000.

KEPP, Michael. Curitiva, Brasil: Planeación participativa. Texto de apoyo de la Especialización en Desarrollo Social. Universidad del Norte. 2003.

LECHNER, Norbert. La problemática invocación de la sociedad civil. Texto de apoyo de la Especialización en Desarrollo Social. Universidad del Norte. 2003.

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ZULETA, Estanislao. Democracia y participación en Colombia. Texto de apoyo de la Especialización en Desarrollo Social. Universidad del Norte. 2003.

INTERNET

http://www.swarthmore.edu/SocSci/kgergen1/web/page.phtml?id=manu18&st=manuscripts&hf=1

http://www.ucm.es/info/eurotheo/nomadas/
[1] BUBER, Martín. Yo y Tu. Charles Scribner’s Sons. Estados Unidos.1970.Pág.63.
[2] BUBER, Martín. Yo y Tú. Charles Scribner’s Sons. 1970. Estados Unidos. Pág. 85.

[3] BUBER, Martín. Yo y Tú. Charles Scribner’s Sons. 1970. Estados Unidos. Pág. 61.
[4] ROUBIZECK, Paul. Hacia el Existencialismo. Buenos Aires: Trillas, 1979. p.139.
[5] BUBER, Martin. Yo y Tu.. New York: Charles Scribner’s Sons, 1970. p. 64.
[6] ___________. Ibid. p. 64.
[7] BUBER, Martin. Between Man and Man. Boston: Beacon Press, 1955. p. 20.
[8] ___________. Ibíd. p.20.
[9] BUBER, Martín. Yo y Tu. New York: Charles Scribner’s Sons. 1970. p. 112.
[10] Es conveniente recordar, que en la lectura de Varela, se deja claro el modelo de sumisión que desde la colonización, hasta nuestros días se ha llevado, en donde como el afirma se hace “constatable [que] en el contexto latinoamericano (…) el papel del presidencialismo no ha desaparecido”, como si un mesías, con apariencia de salvación (en defensa de los intereses únicamente personales) tuviese la respuesta de los derroteros del desarrollo en una comunidad específica.

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