miércoles, 18 de julio de 2007

Educación como proceso.

Cada vez que intentamos hablar de educación, del desarrollo de la humanidad, o de la reestructuración de los valores en la sociedad contemporánea, en fin, de todo lo que implica al ser humano, nos enfrentamos a un profundo conflicto que no se resuelve optando por silenciar una de las partes, sino integrándola en relación con el conflicto mismo: la persona.

Estoy casi seguro que usted ha estado en un circo, o al menos sabe como funciona. Ese mico bailarín, o esa foca con la bola, o ese tigre que comparte el mismo espacio con su amo, han tenido que pasar por un proceso de condicionamiento, donde se le otorga un premio al animal que realiza lo que se esperaba: en caso del mico, que se moviera al colocarle una determinada melodía; o un castigo: en caso de que no lo hiciese correcta y oportunamente.

Bueno, esos animales tienen algo en común a nosotros los "homo sapiens”, y es que su percepción del mundo les capacita para dar respuesta a los estímulos que de este provienen, con un objetivo básico: la supervivencia, en la que buscan una condición para vivir placenteramente.

Todos los seres humanos tenemos la misma capacidad, pero no es allí donde se centra nuestra tarea como educadores, puesto que, como animales que también somos, tenemos las mismas estructuras que nos permiten realizar diversos oficios en pro del perfeccionamiento de técnicas, como las que implementamos en algunos animales a manera de comportamiento, sea en nuestro caso, caminar por la cuerda floja, ser un payaso, hacer saltos mortales, etc.

Ahora pregunto, ¿basta para los seres humanos sobrevivir ?, ¿la capacidad de aprender mecánicamente una técnica responde a nuestras necesidades reales ? Estas son ese tipo de preguntas que a nivel teórico encontramos una respuesta y a nivel práctico otra. Pero es justamente aquí, donde emerge el reto del educador : conjugar ambas en la realidad misma de lo que implica ser humano.

Una de las realidades actuales de las instituciones educativas, es que no hay gran diferencia entre la concepción de ser humano y la del resto de animales. Tenemos que ponernos de acuerdo, dejando a un lado los paradigmas, o las creencias que dogmatizan una u otra posición y perspectiva de conocimiento de la humanidad, puesto que el hombre, independientemente del contexto, es uno, y si hay algo que lo caracteriza, es, justamente, su capacidad de trascender su propia experiencia y el conocimiento que adquiere por medio de esta.

Por tanto, la educación recibida en casa, en el Colegio, la que comparto con mis amigos, me da lineamientos básicos para desenvolverme en sociedad, pero no me determina totalmente. Siempre tengo una antesala para poder actuar concientemente. Esto quiere decir, actuar no de forma respondiente a lo señalado, impuesto o estimulado, sino, en caso de optar por hacerlo, con convicción, que es a su vez, el conductor y el fundamento del comportamiento mismo.

Lo anterior, nos da luces para saber cómo educar seres humanos. Parto del hecho de que no considero de que sea un indicador de logro satisfactorio en un individuo lo que muestra en sus comportamientos, sino lo que es. Sabemos que la identidad es la congruencia entre pensamiento, sentimiento y acción, siendo por eso que uno de los elementos sin interacción con el resto, cae por su peso. En consecuencia, los gritos no serían el medio más poderoso para “dar forma a lo humano”. El poder de la educación tiene raíces más profundas. De esta manera, podemos darnos cuenta que la profesora que emite una orden por medio del canal de los gritos, puede tener resultados concretos cuando a quien destina su aguda voz, desiste o incrementa lo pretendido por ella, pero ¿será que se logra un proceso educativo auténtico con tal solo esto ?

Es por ello que podemos llegar afirmar que educar es, antes que una estrategia metodológica a cargo del dueño del Circo que señala el camino al “bruto” por donde ir para superar tal condición, es un espacio para dialogar en torno a la pregunta abierta de ¿qué es el hombre ?, buscando descubrir su esencia más genuina, su sentido ; un sentido que en la búsqueda misma se hace peculiar, no antes ni después.

La invitación es a que no hagamos de las aulas, un circo. La idea no llega a feliz término con el solo hecho de no enseñar a los hombres técnicas que les permitan sobrevivir, como el resto de animales en el mundo, puesto que no hay duda de que sean necesarias, sino de tener claro que ahí no está el fin mismo de educar, que es necesario no solo una tarea, sino una actitud y una filosofía complementaria. ¿de qué nos sirven tecnólogos en religión, matemáticas, sociales, democracia, si no tenemos seres humanos que racionalicen el uso y el desuso de tales técnicas?

La técnica te hace experto en el aspecto operativo, pero ignorante de los fundamentos por los cuales es así y no de otra manera. Este tipo de enseñanza puede darse en todo tipo de área y debemos estar precavidos en su promoción, puesto que hoy día no es el conocimiento o el comportamiento, son ambos en interrelación los que desarrollan seres humanos, o competentes como se denominan a nivel institucional.

El problema de que un alumno no sepa algo no es el problema, puesto que es el reconocimiento de la propia ignorancia lo que le permitirá poner en ejercicio habilidades y destrezas de pensamiento que le permitirán desarrollar con la guía de un maestro, tal competencia.

Educar no es entonces, transmitir conocimientos, es promover un desarrollo humano en torno a un conocimiento contextualizado, sobre la consecución de unas estrategias participativas y cooperativas que permitan la aprehensión de valores que hacen de lo virtual, no un fin en sí mismo, sino que le otorgan un sentido de humanidad, sentido que yace en el trascenderse constantemente, puesto que sin esta misma aceptación de la limitación de mi naturaleza, haría del proceso de desarrollo, un constante involución, independientemente de lo productivo que sea.

Tenemos una responsabilidad grande, y los dominios de los temas no nos da competencia al respecto, sino nuestro testimonio. Es por ende, que educar implica una relación entre un Tú (que es el estudiante) y un Yo (que es el educador).

No hay comentarios: