miércoles, 18 de julio de 2007

Elementos filosóficos y de sentido de la atención psicosocial en personas en condición de desplazamiento en Colombia.

La atención a las personas en estado de desplazamiento, durante su etapa de emergencia, se desarrolla sobre los siguientes tres pilares:

1. Respecto al estigma de la persona que es desplazada de su tierra, se cree que cuando ha sufrido un acto terrorista de cualquier tipo, directa o indirectamente, es incapaz de superarlo, generándosele un trauma que determinará su futuro. De aquí se nutre la denominación de víctima. El primer pilar de nuestra atención es reconocer que si bien le es negada la libertad externa, puede asumir una actitud interna que le permita tomar una posición constructiva frente al sucedo acaecido. De esta manera, la destigmatización de los desplazados como ‘víctimas’ es sustancialmente importante, ya que nos permite trabajar con seres humanos responsables de su vida. Desde la perspectiva abordada hasta el momento: el ser de derechos, es una tarea imposible. Respecto a lo afirmado, si bien debemos reconocer los derechos que este tipo de población merece, estamos, a su vez, comprometidos con ellos a generar espacios de concientización donde su ser de deberes también emerja. El valor a la vida está cimentado en su deber de protegerla.

2. En relación a los valores actitudinales, es decir, la manera como concibe, confronta y asume su vida ante las ‘situaciones límite’ que le toca vivir (como masacres, abandono de tierras, distanciamiento de vecinos) replanteamos el dolor y sufrimiento, como una oportunidad para comprometerse consigo y los suyos a descubrir un sentido y la posibilidad de la construcción de una vida más digna. Como segundo pilar, el estado de desplazamiento, implica, entonces, una fase en la vida de quien sufre, y designa la posibilidad, y no la condena, de por difícil que sea, generar procesos de crecimiento y desarrollo tanto personal como social.

3. Ante la posibilidad de desarrollo, se encuentra su antónimo, y su vertiente está en la diferencia clínica de las personas que logran salir adelante y las que no lo logran. Es por ende, que nuestro tercer pilar es una atención personalizada, que nos brinda la posibilidad de identificar qué factores a nivel de contexto, y qué otros a nivel personal juegan a favor y en contra del desarrollo personal y social. Sabemos por la experiencia que de referencia tenemos de otras instituciones comprometidas en esta labor, que los trabajos grupales proyectan una labor productiva en cuanto a restablecimiento emocional, ya que permiten, alterno a la reconstrucción de lazos culturales, la creación del sentimiento de solidaridad que motiva la verbalización misma. Sin embargo, este trabajo debe estar acompañado de un seguimiento personalizado, en el que podamos al individuo más que hacer de su vida algo específico, hacerse responsable de ella.

INICIO y PROCESO de la ATENCION PSICOSOCIAL

1. Orientación: La orientación es concebida, entonces, como el inicio de la atención psicosocial, ya que desde aquí se comienzan a construir lazos afectivos, determinantes en toda movilización de afectos en trabajos terapéuticos, que terminan desplazándose a quien se encarga de sobrellevar los procesos de reconstrucción emocional en grupo. Se caracteriza básicamente en darles mucha claridad acerca de los beneficios que encontrarían en la Corporación, ubicándolos, alternamente, en lo referente a aquello que al interior de la misma no se daba respuesta.
2. Luego de ser identificada la persona en estado de desplazamiento por medio de la remisión de la red, procedíamos a realizar una Entrevista a profundidad, que nos facilitaba nuestro objetivo principal: promover la verbalización de los sucesos para que por medio de la catarsis de su historia personal, se pudieran movilizar afectos y ayudarlos a reorganizar en ayuda de la persona misma. Dar prerrogativa al motivo del desplazamiento que en numerosas ocasiones desencadenaba emociones que no podían ser contenidas, manifestándose en llanto; espacio que era aprovechado por nuestro personal capacitado para promover la catarsis y el alivio psíquico que ocasiona la presión de un hecho que no se comparte por lo general con la pareja, ni se dialoga con los hijos, y del cual se cree al mismo tiempo responsable por que ‘por ser quien se es se atenta de la manera como se hace’. La creencia arraigada de buscar reprimir lo sucedido, olvidándolo, no es el camino más loable para una salud mental, y es el que más se frecuenta por parte de nuestras personas en estado de desplazamiento.
3. Posteriormente es la Caracterización básica del hogar la que nos permite, a través de la identificación de algunas variables como: lugar de procedencia, No. de persona, nivel de escolaridad, dedicación anterior, entre otras, cuantificar el tipo y las condiciones de las familias en estado de desplazamiento para poder proyectar programas que respondan a su situación real.
4. La fase que complementa esta labor es la del Estudio Social, y pretende corroborar la información recogida, e identificar las condiciones de vida, en particular de vivienda, a través de la visita domiciliaria a las personas que se encuentran las personas en estado de desplazamiento.
5. Encuentros grupales: Las condiciones como se concibe una clínica social en estos contextos particulares de desplazamiento, requieren un trabajo en grupo. Pese a lo efectivo que podría resultar implementar unas terapias individuales, se ha descubierto que las condiciones de violencia socio – política, se convierten en el foco sobre el cual se pueden desarrollar procesos terapéuticos grupales que puedan dan respuesta en términos poblacionales a mayor escala. Partimos de dos premisas fundamentales: una, que afirma no tener sentido emprender un proceso de organización social si no se trabaja alternamente un proceso de reconstrucción emocional, y la otra, que todo individuo al verse directa o indirectamente afectado por un acto terrorista de cualquier índole con sus respectivos efectos traumatizantes, puede, pese a todo, optar qué actitud asumir frente a ello. Ahora bien, el proceso de atención psicosocial debe pretender gestionar un proceso de desarrollo tanto personal (autogestión) como social (sociogestión). En términos de psicología social hablamos de cimentar la sociogestión sobre la base de la promoción de la autogestión. Este proceso de reconstrucción emocional y social se continúa con los talleres grupales, comenzando por el de elaboración de duelo, el cual busca por medio de la verbalización, reconstruir los vínculos afectivos del individuo consigo mismo, y los otros ( entorno y demás prójimos ). El siguiente taller es el de autogestión y organización social donde se enfatiza la importancia de formar redes sociales que nos permitan trabajar juntos por una causa común que nos brinde posibilidades de autogestión. En el taller posterior, el tema es la sociogestión, donde se refuerza la organización social para la reconstrucción del tejido social, facilitando la conformación de grupos. En este taller se realiza el preámbulo de lo que será la etapa posterior al grupo, en la fase de reestablecimiento socio – económico, desarrollando un CENSO PRODUCTIVO, en el que estará cada integrante de la familia con el arte y/o oficio que más sabe hacer. De esta manera, para el siguiente proceso, tendremos una comunidad no sólo reestablecida emocionalmente, sino organizada en redes de apoyo, para promover educación popular al interior de los mismos, y conseguir alianzas estratégicas en las que les den la oportunidad de salir, por sí mismos, adelante. Alternamente, una serie de actividades de orientación, deportivas y culturales, deben ser generadas para reproducir un ambiente de ‘normalidad’, donde se les de la oportunidad de encontrar nuevos valores y descubrir nuevos significados que les permitan aspirar a construir una mejor vida en términos integrales.
6. Las Actividades complementarias son talleres de capacitación y formación que deben conformar temas que respondan a las necesidades de la población, por lo que se hace necesario realizar un D.O.F.A., (diagnóstico de necesidades donde se identifica la realidad interna –debilidad y fortaleza- y la externa –oportunidades y amenazas-, del grupo. Entre algunos temas recomendados se encuentran: Violencia intrafamiliar, taller de parejas, Educación sexual, Planificación familiar, Salud e higiene, Prevención enfermedades de transmisión sexual, Manejo de conflictos, y dos capacitaciones para líderes a saber: cómo escuchar a mis compañeros (formación de psicólogos naturales con el objeto de crear cadenas de apoyo emocional que movilicen afectos no elaborados) y Elaboración de Proyectos Comunitarios (Organización de grupos, identificación de necesidades, organización de necesidades, elaboración de proyectos). Se deben promover alianzas estratégicas que faciliten la oportuna intervención a la población, y la concentración en actividades por las cuales el grupo base fue contratado. Entre las actividades de integración tenemos un Encuentro de mujeres, Encuentro de grupos (integración de todos los grupos atendidos las diferentes semanas), cine foros, entre otras actividades culturales y deportivas.

NOTA: La estrategia grupal, llevada a cabo en los talleres, fue un medio efectivo para verbalizar los afectos y reconstruir los vínculos con el mundo. Tal estrategia es denominada Círculos de Diálogos Existenciales, y es creada por un psicólogo bogotano, José Arturo Luna. En este espacio se permite entrar en contacto con la realidad propia a través de la escucha de la realidad del otro.

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