miércoles, 18 de julio de 2007

Parte I: Prolegómenos de una construcción epistemológica acerca del tema de participación y gestión municipal.

Este escrito va en honor a la memoria inmortal de mi maestro Alfredo Correa.


La motivación que nos invitó a redactar estos primeros esbozos, está dirigida en la exposición de lo que a nuestra consideración puede llegar a ser, uno de los fundamentos epistemológicos que sustentan la disertación sobre la que se construyó un espacio de construcción de conocimiento con Alfredo Correa, en relación a la temática: Desarrollo, gestión social y municipal. A manera de introducción, lo que se pretenderá en una esta I parte, es el esbozo inicial de validación desde el discurso crítico al “encuentro de saberes” que sustenta la gestión social y municipal, desde la propuesta de Habermas. En la II parte, se continuará con este discurso pero en relación directa con las implicaciones en la teoría social, para dar vía libre a las aplicaciones tecnológica, como ses el caso de la psicoogía social, como conocimiento práctico al servicio de la comunidad; estos aportes estarán impregnados de fundamentaciones cognitivas, propias de un psicólogo Jerome Bruner, y análisis sociales provenientes de otro psicólogo cuyo fundamento es la teoría crítica llamado Keneth Gergen.

PARTE I

“Tanto el saber teórico como el práctico son productos del
conocimiento y se van construyendo paso a paso, en la
interacción social. Estos saberes son el legado cultural de las
sociedades y están en permanente construcción y reconstrucción”
Germán Rodríguez



Es pertinaz evocar que la posición defendida respecto al encuentro de saberes no tiene por base un sentido piadoso o compasivo del prójimo, como si de religión se tratase; este proyecto se encuentra enmarcado más que en la lástima o el simple deber moral impuesto por la institución eclesial o el Estado, en el proceso de emancipación de la sociedad en la cual, como vecinos, caminantes, alumnos, monta-buses, y/o investigadores, estamos insertos como gestores de cambio.

Han existido distintas formas de comprender el desarrollo social, pero es conveniente dejar claro que ninguna de ellas está exenta de que sus propuestas sean completamente transparentes o altruistas. Cada postura define y precisa su objeto desde sí misma. Los políticos considerarán que una reforma estructural ayudará a que el cambio se de, como si la masa fuera informe y a ella únicamente uno se dirigiera en términos de ordenamiento, ya que es de eso lo que se supone que ella “carece”. Los economistas parten del hecho por su parte que cualquier modificación en el sistema de ingresos per capita podrá garantizar de una u otra manera el ascenso hacia la liberación de la supuesta “cultura de la pobreza” por cuanto a que a falta de pan, pues pan, a falta de agua, pues agua, pero desdeñan el hecho de que el progreso social tiene un valor superior al monetario, nos referimos al componente axiológico. Por otra parte, quienes piensan que el problema del desarrollo social se mantiene por la ausencia de una infraestructura técnica y tecnológica capaz de hacer más competitivo a un sector en particular, consideran que la forma y el proyecto de lograrlo, están ya diseñados, y la labor de quien labore socialmente, es solo implementarla, educando a los supuestos “ignorantes” del mismo.

Desde otras perspectivas desarrollistas podríamos seguir identificando visiones tuertas de lo que el desarrollo social implica, ya que hoy por hoy, los distintos saberes propositivos que de la ciencia y sus distintas aplicaciones (tecnologías) se encuentran han desvaloran el saber actualizante como lo es el popular. Los controles comportamentales para reforzar la idea de un deber al progreso para lograr una completa erradicación de la pobreza, de la miseria, no es un asunto que interese el ejercicio profesional de una psicología social crítica, si es posible insertar tal aplicación en una pretensión de hacerse guarida en las ciencias sociales críticas. Las preguntas que consideramos pertinentes como actores e investigadores sociales y desde la ciencia crítica es en lugar de por qué se sufre, ¿qué se desea aspirar con eso que se sufre?, ¿qué obstaculiza el hecho de que pueda desear algo distinto a lo que sufro?, es decir, ¿cuál es el proyecto orientador de las vidas de los grupos?, ¿de qué manera se integra, perdiéndose o aún pudiéndose identificar, un proyecto individual en un proyecto comunitario?

Este saber actualizante, desde Correa debe tener “la capacidad de erosionar costumbre dictatoriales, autoritarias e intolerantes en el contexto social de nuestra América, y pueden también desempeñar roles que sirvan para sentar las bases de culturas políticas más democrática”.

Desde esta visión, es pues conveniente, dejar el primer punto sentado respecto a la exigencia de la gestión en procura del desarrollo social, y es que no es un saber, o un lugar el que determina el rumbo del mismo, sino la concertación, en palabras de Habermas, el consenso de saberes, en los que todos deben participar con representatividad suficiente. Entonces, desde Habermas se puede comenzar a validar eso que el denomina la inmanente entre el conocimiento y el interés, como dos realidades inseparables del proceso de investigación, entre otros, de los fenómenos sociales, del cual resultan proposiciones erróneamente imperativas, según el autor, que buscan determinar cuál es el proyecto, la manera, los satisfactores, que deben suceder para lograr el progreso anhelado. Queda pues anulada la visión unidimensional del desarrollo que se defiende desde lo que Weber va a denominar, las estructuras de poder.

Con el propósito de cimentar las bases de una concientización del uso de la ciencia y la tecnología, se pretende Habermas dejar claros cuales son los intereses de cada una, sin desmeritarlos, sino aclarando que el interés de las ciencias críticas debe dirigir los intereses de las otras ciencias. Brevemente haremos referencia a los intereses y a las ciencias de las cuales hace alusión Habermas, teniendo en cuanta que desde estas estructuras de poder científicas se promueve el desarrollo, muchas veces disfrazado bajo un discurso social que solo le otorga favores a las mismas élites impulsoras, en donde se caracterizan por ser unas ciencias analfabetas, en palabras de Alfredo Correa, de lo social.

El contexto filosófico y científico de la época, estaba regido por una ciencia dominante, como el positivismo, que tuvo su origen en la filosofía, pero que como todo hijo cretino autosuficiente, pretendió negar a su madre, su origen reflexivo y por ende, cuestionable. El positivismo, con la pretensión ideológica de mostrarse como imperante, atribuyó a sus propias afirmaciones la valoración de auténticas, y se señaló, narcisísticamente, como suficientemente capaz de ser el rector de todo proceso de aseveración de verdad sobre la realidad misma. En palabras de Mario Bunge, representante fidedigno de la escuela positiva:

“Pero la ciencia es útil en mas de una manera. Además de constituir el fundamento de la tecnología, la ciencia es útil en la mediad en que se la emplea en la edificación de concepciones del mundo que concuerda con los hechos, y en la medida en que crea el hábito de aportar una actitud libre y valiente examen, en que acostumbra la gente a poner a prueba sus afirmaciones y argumentar correctamente” (BUNGE, 1996. p. 45)

Desmitificando la conciencia de los púberes integrantes de la masa frente a la mitología pretendía mitificarse a sí misma como única y verdadera, olvidándose, en palabras de Vizcaíno, de ser lo suficientemente honesta de validarse democráticamente y no auto-dedo-cráticamente. Es por ello, que el objeto o más bien el sujeto-objeto de las ciencias sociales se vio en inicio objetivizado, racionalizado, cosificado, en función a un determinismo técnico, meramente instrumental, ya que este paradigma dominante tuvo asociaciones con el capitalismo absolutista. Carlos Blanco Martín, nos sustenta al respecto:

“El modo de producción antiguo, de difícil designación (esclavismo, capitalismo agrario) era –no obstante- transparente. Las estructuras imperiales y las dominaciones terratenientes que las apoyaban, exhibían sin ambages a los hombres cultos y a los aristócratas la fiereza de la situación, y muy pocos debieron sentir asco por aquello que les parecía de todo punto, natural” (BLANCO, p. 5).


Para Habermas, la labor del científico en el proceso de desarrollo social tiene sentido cuando se hace del interés emancipatorio para promover proceso de liberación y para guiar los otros dos intereses que no desmiente que son parte del proceso de adaptación del hombre al ambiente. Desde la perspectiva expositiva de Thomas McCarthy, en quien reconoce Habermas el autor que mejor lo ha interpretado, afirma que el propósito de la obra del autor son dos:
Tentativa de entender el proceso de disolución de la teoría del conocimiento, cuyo lugar ha sido ocupado por la teoría de la ciencia para reabrir los espacios de la reflexión que quedaron bloqueados con el positivismo.
Radicalizar la epistemología desde las raíces mismas de la vida.

Ahora, los intereses que se reconocen son tres:

Interés técnico: relación de las ciencias de la naturaleza que pretende el control y predicción del entorno natural.
Interés práctico: interés de las ciencias hitórico – hermenéuticas que se basa en un interés de raíces antropológicas y vela por el aseguramiento y expansión del entendimiento mutuo.
Interés emancipatorio: de las ciencias críticas (psicoanálisis, marxismo) cuyo propósito es la emancipación de las coacciones pseudonaturales.

Los focos de desarrollo aparte de la ciencia positiva son los siguientes:

Desde Kant se encontrará que la ciencia era concebida como una categoría de conocimiento posible. La razón teórica quedaba situada en un extenso marco de referencia que comprendía la razón práctica, el juicio reflexivo y la reflexión crítica misma.

Lo que sostiene Habermas de Hegel es el hecho de la consideración del sujeto como producto histórico y cultural, pero en lo que disiente es el momento en que determina la filosofía con un telos absoluto, y “cuando la filosofía se afirma a sí misma como auténtica ciencia, desaparece complementamente de la discusión la relación de la filosofía con la ciencia”.

Desde Marx rescata Habermas el hecho de su argumentación en cuanto a que las formas de conciencia emergen no idealísticamente, sino en términos materiales, desde el desarrollo de las fuerzas productivas y luchas de clases sociales. El sujeto de conocimiento por tanto, no es trascendental (kantiano) o tendiente a un Espíritu Absoluto (Hegel) sino un sujeto encarnado. La relación hombre – mundo convive en un intercambio material.

Ahora, integrando lo afirmado en los tres tipos de procesos de investigación, cada uno de los que se mencionarán, le corresponderá un interés:

Ciencias empírico – analíticas: comprenden las ciencias de la naturaleza y las ciencias sociales, por cuanto que su finalidad es producir un conocimiento nomológico. Su interés cognoscitivo es técnico.
Ciencias histórico – hermenéuticas: comprenden las humanidades y las ciencias históricas y sociales en la medida en que su objetivo es una comprensión interpretativa de las configuraciones simbólicas. Su interés cognoscitivo es práctico.
Ciencias de orientación crítica: como el psicoanálisis y la crítica de la ideología, por el hecho de plantearse como disciplina reflexiva y crítica. Su interés cognoscitivo es emancipatorio.

Para comprender cada ciencia, haré una breve exposición de cada una de ellas:

Quede claro, pues, que el supuesto de la ciencia dominante se autoatribuye la capacidad de ser más que un espejo de la realidad social, sino ser la representatividad de la autenticidad de los hechos, la convierte a sí misma en una ideología, fundando sus prácticas paradójicamente, en un presupuesto irracional. Lizcano nos sirve de referencia para evidenciar este proceso:

“La relación entre ciencia e ideología muestra singulares relieves a la luz de esta formulación fuerte del concepto de ideología. Es precisamente esa pretensión de la ciencia de constituirse en metadiscurso verdadero por encima de las ideologías, saberes y opiniones particulares la que la constituye como ideología dominante” (LIZCANO, p. 1)

A partir de esto, se reconoce la necesidad en términos de Germán Rodríguez, por desmitificar y democratizar las ciencias, siendo concebido esto desde Habermas desde la aceptación misma de los intereses sobre los que los procesos científicos se encuentran cimentados, con el objeto de promover un desarrollo social desde la participación de saberes con rostros. Vladimiro Sáez desde la reflexión de la gestión pública, nos afirma al respecto:

“(...) la participación ciudadana apunta hacia la democratización del Estado y del sistema político. En este sentido se busca el restablecimiento del Estado y del sistema político” (SAEZ, p. 2)


El interés TÉCNICO de las CIENCIAS EMPÍRICO – ANALÍTICAS

El referente evolutivo que tiene este interés es el trabajo como propulsor de tal razón instrumental, ya que valora la naturaleza en términos de cuerpo en movimiento y procesos y fenómenos físicos.

El interés técnico da respuesta a la permanente necesidad natural de la vida humana, ya que deriva de la relación invariante de la especie humana con su entorno natural.

Promueve comportamientos orientados a la acción instrumental, motivada por el éxito.

El objeto de la investigación empírico – analítica tiene por objeto la producción de saber técnicamente explotable y revela la realidad desde el punto de vista del posible control técnico sobre procesos objetivados. El telos del interés técnico, es promover una acción racional con respecto a fines. En palabras de McCarthy:

“La expresión interés cognoscitivo técnico trata de significar la orientación básica de investigación, la estrategia cognoscitiva, general, que deriva de esta condición fundamental de la reproducción de la vida humana” (McCarthy, 1995, p. 87)

El conocimiento que se pretende debe ser predictivo, bajo observación controlada. Además, debe ser un conocimiento útil para el contexto natural.

La crítica que hace Habermas a este tipo de conocimiento técnico está orientada a que estos limitan nuestro conocimiento de la naturaleza a informaciones técnicamente utilizables, cuando de ella existen otros valores, como la cultura.


El interés PRÁCTICO de las Ciencias HISTÓRICO – HERMENÉUTICAS:

El referente evolutivo se relaciona en la necesidad de supervivencia, por cuanto a que se motiva evolutivamente la creación del lenguaje y con el de la cultura. El modo de valorar la naturaleza ya es en términos de sujetos que hablan y actúan. Según McCarthy:

“Según la teoría de los intereses cognoscitivos, el punto de vista específico desde el que captamos la realidad tiene su origen en la estructura de intereses de una especie que está ligada a medios definidos de organización social” (McCarthy, 1995, p. 91).

Los objetos de atención son: los significados de las normas, los valores, como productos de interacción simbólica de los individuos y grupos que se relacionan, y por otra parte, los sentidos que están fijados en símbolos no son nunca privados. Siempre tienen una validez intersubjetiva. Desde esta perspectiva, no es posible validar el significado y el sentido desde un individuo, sino desde una construcción cultural, interactiva.

La crítica que hace Habermas a este tipo de conocimiento práctico es que ni la comunicación lingüística ni en la interacción simbólica puede ser directamente expresado el trasfondo concreto de las biografías individuales. Además, el investigador hermenéutico interpreta los textos en relación con las estructura del mundo al que pertenece.

NOTA: Ambos intereses, tanto el práctico como el técnico tiene un fundamento natural. Pero ambos fracasan en sus propósitos ensimismados, el técnico por cuanto a que no puede siempre lograr un resultado controlado, y por otro a que el consenso se perturba cuando no hay un interés emancipatorio que lo oriente.


El interés EMANCIPATORIO de la Teoría Crítica

“Es, entonces, la teoría crítica una visión problematizadora no tanto del propio conocimiento científico, son del modo particular de producción y legitimación de ese conocimiento”
(CELIS, JARABA Y MEBARAK)

El referente evolutivo se ubica con el proyecto de los primeros filósofos en su reflexión del mundo, con el fin de liberarse de los dogmas que les impedía considerar más posibilidades de las que las creencias, o los axiomas mismos permitían.

Este tipo de investigación social se afana en ir más de la producción de conocimiento nomológico y en determinar cuándo las proposiciones teóricas captan realidades invariantes desde la acción social. No busca invalidar las leyes, simplemente hacerlas inaplicables.

En la modernidad (Kant) se pensaba que la inteligencia crítica aumentaría la autonomía del individuo y lo liberaría de las ataduras dogmáticas. Había una premisa en la que se asumía una voluntad racional. La razón incluía una voluntad de ser racional, de alcanzar la autonomía y la responsabilidad.

Desde esa perspectiva kantiana, la emancipación se logra en la medida en que el acto de la razón como tal produce libertad, reconociendo en éste interés el más alto de todo fundamento. La autorreflexión por tanto se contrapone al dogmatismo.

Lo que hace la ciencia crítica es develar que el positivismo convierte la teoría del conocimiento en filosofía de la ciencia, la razón en razón científica, y el interés de la razón en interés técnico.

La tarea del interés emancipatorio entonces es reconstruir el proceso de autoformación de la especie y explicar las ideas de razón que en la realidad subyacen. Ahora, McCarthy, citando al propio Habermas retoma el objetivo de tal Interés “(...) Ciertamente que un conocimiento críticamente mediado de las leyes no puede invalidarlas simplemente por reflexión, pero sí que puede hacerlas inaplicables”.

Desde esta perspectiva la autorreflexión tiene un fin social, ya que conocimiento y acción se concibe como un único acto: que por últimas responde a la formación. Sobre las ciencias críticas, Habermas nos dice:

“Esta libera al sujeto de la dependencia de dominio sedimentado ideológicamente. La autorreflexión está determinada por un Inter.{es de conocimiento emancipatorio” (HABERMAS, p. 70).

No se pretende desde Habermas afirmar que el resto de conocimientos sean inválidos, sino resaltar el error sobre la manera como usamos este conocimiento, por cuanto a que no debe ser el interés técnico o práctico el que dirija la implementación de una idea de desarrollo social. La autonomía no se centra en el desarrollo de un individuo, sino en la promoción del acto de comunicación, de la validación de la diferencia, de los saberes.

Ahora bien, los dos testimonios de las ciencias críticas cuyo interés emancipatorio es de rescatar en su primacía, sin desatender las contradicciones en las que posteriormente encallaron, son:

Desde la sociología, nos encontramos con Marx quien desde Habermas nos afirma McCarthy, que el espíritu no es el fundamento absoluto de la naturaleza, sino la naturaleza el fundamento del espíritu. El error de Marx es reducir todo acto de conciencia a un acto de autoproducción de la especie humana desde el trabajo. La emancipación desde esta perspectiva se valida en la posibilidad del desencadenamiento de una lucha revolucionaria que incluya una actividad reflexiva crítica a través de la cual queden disipados los análisis ideológicos. Lo que combate Marx es el discurso unidimensional del proceso de autoformación de la especie, para confrontarlo con la vida social, la fuerza de la clase social trabajadora.

Ahora, desde la planeación en particular, Clemento Forero, nos afirma lo siguiente:

“La gobernabilidad no significa solamente que los gobernantes tengan “la sartén por el mango”, sino que la sociedad tenga la capacidad para que sus deseos colectivos se plasmen en políticas de gobierno. Así, la planeación participativa nos asegure el avance de la democracia” (FORERO).

Desde la psicología, más exactamente con el psicoanálisis (asociado también al discurso crítico) nos encontramos a Freud quien pretende con su obra es validar el hecho de que la familia representa una agencia de socialización capaz de transformar la conducta instintiva en acción comunicativa y de canalizar los impulsos libidinosos. Deja claro el impacto que ejerce el trabajo en el inconsciente humano, como desviación de las energías sexuales, oprimiendo desde la sociedad tal fin. Ahora, la tecnología no puede convertirse en la liberación del sujeto, ya que la represión institucionalizada de los impulsos instintivos sirve para mantener un sistema particular de trabajo social. Establece también la reconceptualización entre poder e ideología, por cuanto a que si son provenientes del discurso dominante determinan una reproducción relativamente rígida de la conducta. Lo que hace Freud es abrir un espacio catártico para que los motivos reprimidos sean expresados y reencausados en la acción personal, y por tanto social. Hace una crítica a su vez, de los activos espirituales, como ilusiones, no significando con ello únicamente engaños, sino la desviación del deseo, que pese a ser este irrealizable completamente, no pueden realizarlos.

La opción alternativa que se nos presenta en el Caliz de la participación reúne, a nuestra consideración los requisitos de lo que podría denominarse una propuesta fundada en una razón crítica, por el hecho mismo de preocuparse más que del proceso instrumental, se propone como proyecto identificar el para qué sobre el cual se va a proyectar, representando sobre éste el proyecto social.

Es de preguntarnos luego de haber sido citadas las referencias epistemológicas, ¿qué tiene que decir entonces la psicología como disciplina científica al respecto? Y ¿qué en particular se compromete su tecnología social? Preguntas que iniciarán la II parte de este preludio epistemológico.







BIBLIOGRAFÍA

Textos

BUNGE, Mario. La ciencia, su método y su filosofía. Panamericana: Bogotá, 1996.

CELIS, Leonardo. JARABA, Bruno, MEBARAK, Moisés. Texto inédito SOBRE EL INTERES DE LA PSICOLOGÍA.. Bucaramanga, 2001.

McCARTHY, Thomas. La teoría crítica de Jürgen Habermas. Tecnos: Madrid. 1995.

HABERMAS, Jürgen. Conocimiento e interés. Revista Ideas y valores. Traducción de Guillermo Hoyos. Comunicación social. Universidad Nacional, 1978.

SAEZ, Vladimiro. Gestion publica y participación ciudadana. Texto de Apoyo Especialización en Desarrollo Social.

FORERO, Clemente. La planeación: un asunto ciudadano. Texto de Apoyo Especialización en Desarrollo Social.

CORREA, Alfredo. Una nueva cultura política: un caso de Presupuesto Participativo. Texto de Apoyo Especialización en Desarrollo Social.

RESTREPO, Dario. El caliz de la participación: relaciones estado-sociedad civil en el campo social una reflexión desde el caso colombiano. Texto de Apoyo Especialización en Desarrollo Social.

Internet

http://www.campus-oie.org/oeivirt/rie18a05.htm

http://www.ucm.es/info/eurotheo/nomadas/

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