miércoles, 18 de julio de 2007

Un nuevo dilema: Globalización e identidad

Reseña

Fecha de elaboración: 12 de Septiembre de 2002

Autor del libro: GIDDENS, Anthony. Un mundo desbocado: Los efectos de la globalización en nuestras vidas. Taurus: España. 2000.

Resumen

Desde el texto Un mundo desbocado de Anthony Giddens, se expone la situación actual de la globalización, a través de la cotiniadidad familiar, tradicional, democrática, entre otras, por medio de las cuales se decanta el fenómeno en mención, pero a la vez la manera como estas "instituciones concha" reservan la identidad de quien la vivencia al interior. Sin embargo, la situación del sujeto contemporáneo, por ausente que esté en su texto no merece dejarse a un lado, ya que los cambios que exige la globalización a éste, siendo por ello que quien escribe concluye con la exposición que Keneth Gergen hace de la posmodernidad, dentro de la cual lleva al individuo a una multifrenia, propiciada por la satuación social a través de sus mismas tecnologías de globalización.

Glosario:

Mundo desbocado: período actual de transición histórica en la que se exige a la cotidianidad cambios rápidos.
Globalización: fenómeno que implica una serie compleja de procesos en continua actualización de tipo social, económico, político y ambiental en la sociedad actual.
Instituciones concha: instituciones sociales de corte tradicionalista e influencia cultural que protegen la identidad local.
Riesgo: motivación personal proveniente de la relación con la época posmoderna que insta, en lugar de prevenirse, a atreverse.
Tradición: perpetuación de las costumbres a través de las generaciones predecesoras.
Familia: espacio social, desde el cual se actualiza la vida privada, en torno a seres que entre otros aspectos comunes pueden tener lazos de consanguineidad.
Democracia: sistema que implica competencia efectiva entre partidos políticos uqe buscan puestos de poder a través de la participación.
Saturación social: andanada de estímulos sociales
Conciencia posmoderna: El reconocerse dudoso en medio de la saturación social.
Tecnologías de la saturación social: medios de alto o bajo nivel por los cuales en nuestra época se franquearon las barreras del tiempo y el espacio.
Multifrenia: crisis de identidad, escisión del individuo en una multiplicidad de investiduras de su yo, como resultado de la colonización del yo y de los afanes de éste por sacar partido de las posibilidades que le ofrecen las tecnologías de la relación.
Personalidad pastiche; símbolo del camaleón social que se adapta fragmentariamente a cada situación de manera total, con ausencia de culpa. Louis Zurcher le denomina yo mudable.
Comunidad: no es nunca estado de ánimo, y aun en el caso de que sea sentimiento, es siempre sentimiento de una organización.


Contenido

Entiéndase por mundo desbocado, según Giddens, el período actual de transición histórica en la que se exige a la cotidianidad cambios rápidos, donde las premisas de los racionalistas ortodoxos de "comprender racionalmente al mundo" (Giddens, p. 14) para controlarlo, quedan dubitantes ante la masiva incertidumbre que produce hoy, el día a día. Sitúa el autor este tema en el siglo XXI, y lo desarrolla desde los distintos espacios cotidianos, sentados todos en la aparente confrontación entre el fundamentalismo (quienes encuentran perturbadora y peligrosa la complejidad cultural) y la tolerancia cosmopolita (quienes acogen dicha complejidad). El autor lleva a cabo en su texto una lectura de la realidad de la globalización y su impacto en la manera de concebir el riesgo, la tradición, la familia y la democracia desde la cotidianidad de sus propios actores.

En cuanto a la Globalización deja claro que esta, pese a que no todos la comprenden, "hace que todos sintamos sus efectos" ( Giddens, p. 19) como si viviéramos un mismo mundo. Los escépticos de la globalización por su parte, defienden la idea de que el mundo no ha tenido muchos cambios, afirmando que la globalizacion es "una ideología propagada por librecambistas que quieren desmantelar los sistemas de bienestar y recortar los gastos estatales" ( Giddens, 21). Mientras que en contravía de ellos, los radicales, defensores de la globalización, afirman de esta ser una realidad palpable, posición con la que comulga Giddens; sin embargo, además del concomitante económico, considera el político, el tecnológico y el cultural como integradores de este fenómeno. De esta manera, la globalización es una fenómeno que implica una "serie compleja de procesos, y no uno sólo" ( Giddens, p. 25). Autores como Amar Amar defienden esta posición:

"(...) hoy el elemento aglutinador es el económico, en su versión de neoliberalismo (...) que abarcó especialmente las dimensiones económica, cultural, política y tecnológica." ( AMAR, p. 1).

Desde esta perspectiva, entra el autor a valorar el resurgimiento de distintas identidades culturales locales, siendo la respuesta a este fenómeno no encontrado únicamente en la historia de manera longitudinal. La complejidad que propicia el desarrollo, es también reponsable de las crisis que han incrementado en los países subdesarrollados y/o sectores no potentados. De aquí se desliga el fenómeno de la desigualdad, a razón, afirma Giddens de ser los "países industriales, [los] que tienen mucha mayor influencia sobre los negocios mundiales que los Estados más pobres" ( Giddens, p. 28). Un fenómeno alterno, es al que denomina colonización inversa, causante de una pérdida de la identidad misma de los sectores a los que la globalización brota. Ante estos dos fenómenos de evidente preocupación, se pregunta el autor sobre si la globalización promueve el bien común, respondiéndose que no es esa su pretensión básica, ubicando como tal al libre comercio, entendiendo por lo tanto, por qué los sectores más poderosos aprovechaban sus capacidades para manipular a otros de no mucho poder.

Ante esta situación, el autor habla de las instituciones concha, haciendo alusión a ellas como las que protegen en cierta medida la identidad local, tales como "la nación, la familia, el trabajo, la tradición y la naturaleza".( Giddens, p. 31).

En medio de esta complejidad cultural, Giddens toca el tema del Riesgo de la globalización en sus distintas concepciones e implicaciones. Haciendo un recorrido histórico, quien escribe el libro menciona que este concepto no existía en la época medieval, donde todo era regido por una institución representativa de un poder Supremo y omnipotente. Atribuye a raíces españolas o portugueses el origen del idioma, dejando claro que antes tuvo una concepción más espacial, y posteriormente, se torno con una influencia temporal. El riesgo estaba más asociado a la incertidumbre y a la probabilidad, la cual emergía ante situaciones de peligro, más que de amenaza, ya que desde su segunda concepción (la temporal), está en relación más la posibilidad de un "algo" futuro. La aceptación del riesgo como acompañante transitorio de nuestra vida cotidiana, se convierte, pues, en una invitación a asumir la excitación y la aventura que la globalización misma implica.

En este orden de ideas, se hace oportuno discriminar entre un riesgo positivo, tendiente a dinamizar "una sociedad volcada en el campo que quiere determinar su propio futuro en lugar de dejarlo a la religion, la tradición o los caprichos de la naturaleza" ( Giddens, p. 36) y un riesgo negativo, propio de la época medieval, tendiente a mantener bajo control lo que por naturaleza es deviniente: la realidad mundial del capitalismo. La ligazón, pues, entre el riesgo y la incertidumbre es algo que no podemos negar, sino afrontar.

Es hora de determinar los tipos de riesgos, a saber: riesgo externo: el "que se experimenta como viniendo del exterior(...)" (Giddens, p. 38) o el riesgo manufactorado, que es el creado por el impacto de nuestro conocimiento sobre el mundo, el cual está interdependiente con la posibilidad del cálculo. El primero es aquivalente a una actitud social que el autor le llama alarmismo, tendiente a reducir los riesgos que afrontamos, como las enfermedades venereas. Y el segundo, que lo aparea con el principio precautorio, en el cual se limita la responsabilidad. Es razón suficiente para considerar la invalidez universal de ambos en cualquier contexto, requiriéndose de antemano un análisis del contextual antes de dejar al azar cuál es el más funcional. Ejemplo de esto lo muestra Giddens con las filosofías del New Age, las cuales pretenden por medio de un pensamiento ecologista invalidar todo presupueso racional por la falsa atribución a la ciencia de la involución de la realidad social en contextos de globalización. En suma, el riesgo es motivo, en lugar de prevenirse, de atreverse.

Respecto a la Tradición podría definirse como la perpetuación de las costumbres de generaciones predecesoras. La etimología de esta palabra tiene orígenes latinos, tradere: transmitir. Sin embargo, hoy día tradición y costumbre conviven dinámicamente, los símbolos pueden perpetuarse, pero el significado y la motivación para actualizarlos se van renovando. El autor designa la Ilustración como enemiga de la tradición, ya que buscaba erradicar el dogma que iba bien soportado por la ignorancia. Al no compartir esta propuesta, y fundamentándose en Hobsbawm y Ranger, designa a la tradición la caracteristica de artificial, por su ser producto de la invención. Es esta condición la que les permite modificarse en el transcurso del tiempo, garantizando de sí la continuidad de su ritual y de su repetición. Quienes permiten esta continuidad son sus propietarios, los grupos, las comunidades o las colectividades, no el individuo. Las tradiciones, sin embargo, además de exparcirse entre sus devotos, se erige sobre fundamentos incuestionables. Son por ello, encargados guardianes para defenderlas, además que subsisten inmersas en las instituciones públicas tales como el gobierno y la economía.

La realidad actual, es que las tradiciones se están socavando. El devenir de la cultura ante la globalización hace ver lo solemne, como cotidiano, introduciendo este cambio dinámicas distintas en nuestras vidas a las acostumbradas. Este socavamiento aduce en el riesgo a la adicción al trabajo, al ejercicio, entre otros, como si el norte y sentido de la vida misma se perdiera con ella. Este fenómeno es acompañado por una crisis de nuestro tiempo: la ansiedad. La ansiedad está relacionada con la identidad personal, que se desestabiliza cada vez que tiene que ser "creada y recreada".

De esta manera surge un conflicto entre autonomía ( en relación con la creación de una identidad) y adicción (en referencia a mantenerse apegado a algo que asegure esa identidad). Esta realidad nos permite, según Giddens, concebir la posibilidad de la interrelación entre la perspectiva fundamentalista, como defensor de los valores, y la cosmopolita, propendiente a la generación de espacios dialógicos.

Continuando con la exposición de la realidad actual de las instituciones concha, como Giddens les denomina, se dedica a la Familia, desde la cual se actualiza la vida privada. Siguiendo la ruptura entre el ayer y el hoy, nos encontramos con la familia tradicional, la cual era una representación de la unidad económica, marcada desde lo popular por el grupo familiar, o desde la aristocracia por la propiedad. En ambas formas la desigualdad entre hombres y mujeres era culturalmente reforzada, las mujeres para la casa, los hombres para el trabajo. El fin de la relación era la reproducción, y mientras que al hombre se le festejaba su heroísmo sexual, a la mujer se le reprimía. La homosexualidad, entonces, era considerada como una perversión. El matrimonio era visto como un estado de naturaleza, y los niños valorados como una bendición económica.

Por el contrario, la relación marital en nuestros días ha hecho una ruptura entre matrimonio y reproducción, y una ligazón entre matrimonio y vida sexual, además que ha incluido elementos como la intimidad, entendidos por Giddens como la comunicación emocional, sobre la la cual se actualiza y se da la posibilidad de la continuación, ya que influye en las relaciones sexuales, las relaciones padre - hijo y la amistad. El autor define la relación pura, como la tendiente constantemente a la comunicación, tendientes a motivar la confianza, la democracia, el reconocimiento de los mismos derechos y obligaciones y el diálogo. Estos elementos interrelacionados son lo que Giddens denomina democracia pública.

Por último, quien escribe el libro desarrolla éste último punto: Democracia. Entiende por democracia un "sistema que implica competencia efectiva entre partidos políticos uqe buscan puestos de poder" (Giddens, p. 82). Esta libertad estaría basada en la asociación de libertad de participación con libre comercio. La paradoja de la democracia, describe el autor, es que los países que han iniciado este proceso se han desilucionado, ya que los niveles de confianza en sus dirigentes han sido objeto de burla por parte de ellos. El deber, pues, está en democratizar la democracia, ya que los viejos mecanismos del poder están obsoletos, ejemplo de ello se encuentra en el clientelismo. La estrategia propuesta apunta a crear jurados populares que constantemente validen los procesos de los políticos, y los partidos políticos por su parte que deberán comprometerse a los movimientos sociales. Un elemento adicional de esta campaña, es fortalecer la cultura cívica, e integrar a los medios de comunicación.

Metodología:

El autor del libro expone su libro de manera deductiva, partiendo de los general de su idea, y descomponiéndola a medida que va transcurriendo el texto, dejando en tal proceso, la relación existente entre cada uno de los elementos que lo integran. Utiliza un lenguaje sencillo, que se adapta para el lector lego. Su estilo literario es coherente con su pretensión exponencial, ya que es descriptivo, centrándose en un aquí y ahora de la situación de la globalización, desde los actores mismos de la cotidianidad.

Bibliografía:

AMAR, José. El estado de bienestar: opción para América Latina. Texto inédito.

AMAR, José. Colombia. Cómo construir una buena sociedad. Texto inédito.

AMAR, José. Colombia. Las representaciones sociales de los conceptos económicos en niños que viven en contextos de pobreza. Uninorte: Barranquilla, 2002.

BUBER, Martin. Caminos de utopía. Fondos de Cultura económica: México. 1992.

GERGEN, Keneth. El Yo Saturado. Paidos Contextos. 1997.

GIDDENS, Anthony. Un mundo desbocado: Los efectos de la globalización en nuestras vidas. Taurus: España. 2000.

JASPERS, Karl. La filosofía desde el punto de vista de la existencia. Fondo de Cultura Económica: México, 1978.

TURBAY, Marco y DURAN, Valerie. Revisión Bibliográfico analítica de los aportes de la obra de Martin Buber en relación con los conceptos yo-tu, yo-ello, en la obra de Viktor Emil Frankl. Monografía de Grado. Universidad del Norte. 2001.


Comentario personal y conclusiones:

En relación al tema de la globalización, Giddens hace un amplio abordaje de la problemática a nivel político, social, económico y cultural. Desde mi perspectiva disciplinaria quisiera complementar esta lectura posmoderna desde el sujeto que vivencia el fenómeno en mención, a partir de elementos que pudo haber o no aportado el autor. Para ello me valdré del aporte que hace Keneth Gergen en su libro El Yo saturado, desde donde fundamentaré mi interés.

Antes que nada empecemos por aclarar qué queremos decir por "estado de saturación"; este estado hace alusión de la realidad actual en la que los logros tecnológicos han propiciado una alteración totalizadora de la manera como nos relacionamos con los demás, quedando funcionalmente sometidos a una "andanada de estímulos sociales" (Gergen, 1995). Pese a todo se hace posible pensar en qué aspectos positivos se pueden desencadenar de tal realidad, pero antes caracterizaré cómo sucede en el yo, el tú, el él o el nosotros de la calle.

La cantidad de estímulos a los que estamos sometidos hacen surgir en el individuo un estado similar al atontamiento, en donde al parecer no tuviese la capacidad de vincularse con un estímulo en particular y dar respuesta particular. Tal cambio imposibilidad no es azarosa ni producto de esta época como en algunos momento Giddens pareciese mencionar en su texto. Esta sensación es propia de un transcurrir histórico que ha perdido la noción de tiempo y espacio en la que antes el sujeto se tenía a sí. Para hablar de ello habría que mencionar las dos épocas que predecedieron a la actual: la romántica y la moderna. Ambas, pese a distintas y distantes, le brindaban al individuo un mínimo de seguridad. La época romántica en la convicción de que la personalidad humana se nutría "pasión, [el] alma, [la] creatividad, [y el] temple moral" (Gergen, 1995) . En esta el reconocimiento de la vivencia interior oculta [el alma] era el fundamento que se escondía detrás de la razón consciente, cuyas funciones permitían una visión futurista en cuanto a que permitía el nexo entre el individuo y Dios y aseguraba con su inmortalidad una vida posterior de la muerte. La época moderna por otra parte, hace referencia al yo como "una capacidad de raciocinio para desarrollar nuestros conceptos, opiniones e intenciones conscientes" (Gergen, 1995). La pretensión de la época moderna, tal como lo afirma Gergen era volver al iluminismo donde la superstición y la ignorancia eran socavadas; promover el progreso a través de la razón y la observación; establecer el camino para la búsqueda de la esencia, la cosa-en-sí por medio del método científico; mecanizar al sujeto a través de los campos de estudio, de tal forma que las verdades objetivas pudiesen fabricarse; admitir lo auténtico y accesible, por tanto, del yo; asumir que el individuo, en este orden de ideas se construía en relación con su mundo; rescatar la autonomía de la personalidad y el individuo en función a una "motivación de rendimiento".

Así vemos como el individuo de la época romántica era inaccesible completamente por el misterio de la subjetividad que lo recubría, mientras que el modernista se mostraba como accesible aquí y ahora, cognoscible por medio de sus mismas acciones.

Por otra parte, la época posmoderna nos brinda una saturación social embriagada de una "multiplicidad de lenguajes del yo incoherentes y desvinculados entre sí" (Gergen, 1995), logrando cuestionar todo principio antes supuesto. De esta manera, el individuo centrado en su intensidad emotiva o en su capacidad de raciocinio, es desplazado al anonimato, como una categoría social sobre la cual la cultura cobra vigencia, y el postmodernismo se conduce, preteorizando al individuo en cuestión en una terminología para él antes desconocida. El sujeto, entonces, tiene que reconocerse en el espejo de la postmodernidad, como buscando su identidad en la función que esta magnánime institución le designe. El reconocerse dudoso implica el proceso descrito, y Gergen le denomina conciencia posmoderna.

Keneth Gergen habla de las tecnologías de la saturación social, productos de los avances de la ciencia que antes parecían inverosímiles pocas décadas atrás, que han logrado franquear las barreras del tiempo y el espacio, mediante tecnologías de bajo nivel, tales como ferrocaril, automóvil, radiodifusión, entre otros, y de alto nivel, como aviones, cintas de video, innovaciones electrónicas. Son estos medios los que promueven la saturación social, haciendo ver lo que antes era impensable como absolutamente posible, modificando los valores que ante la realidad estaban antes creados. Así como aumenta la cantidad de estímulos, disminuye la valoración de los mismos, por cuanto a que el deseo se muestra más tajante en su insatisfacción. Prima sobre el pasado y el futuro el presente. La comunidad cara a cara, o como diría Martin Buber "relación yo - tú", no tiene espacio en este tipo de sociedad, en la que el individuo aparentemente no se relaciona sino que solo actúa en función de intereses preestablecidos.

Como lo expresa Gergen, la colonización del yo se manifiesta en "la sensación de poseer una identidad coherente (...) [está paralela al verse] impulsado de repente por motivaciones contrarias" (Gergen, 1995). Este fenómeno personal en medio de la sociedad posmoterna le denomina el autor: multifrenia, que representa en palabras de Peter Berger, una crisis de identidad, es decir, una "escisión del individuo en una multiplicidad de investiduras de su yo (...) resultado de la colonización del yo y de los afanes de éste por sacar partido de las posibilidades que le ofrecen las tecnologías de la relación" (Gergen, 1995). Las características de este fenómeno personal, y los indicadores de riesgo para un psicólogo de la salud comunitaria son: el vértigo a la valoración, entendido este como el deseo constantemente insatisfecho de querer algo y no quererlo una vez se tiene; el ascenso de la insuficiencia, representada por una sensación de impotente, la cual ostiga toda pretensión de logro que se tenga, buscando que quien la ejecute se considere incapaz de tal logro, y aunque se logre, no será suficiente para integrar tal actividad a un sentido de vida pleno, en palabras de Viktor Emil Frankl; y el receso de la racionalidad como la validación de la perspectiva personal sobre la verdad su universal.

Es a partir de el último indicador que la verdad en la época posmoderna a traviesa dificultades, ya que el advenimiento de la multiplicidad supera el dilema sujeto - objeto planteado por Jaspers en su libro de Filosofía de la existencia, como Circunvalente. La tarea del investigador social desde la actual realidad pasa de estar definida en sus presupuestos y funciones, a validarse en relación con su contexto investigativo, y a servir como guía más que modulador del proceso. Todas las perspectivas que antes eran consideradas como opiniones, son validades en la intersubjetividad del nosotros, en lo que Latour y Woolgar denominaban red de acuerdos sociales.

La cultura posmoderna le brinda, pues, a la persona una visión invisible o como le denomina Jean Baudrillard, una hiperrealidad, es decir, una visión posible a tal magnitud que se pierde lo identificable, siendo la cosa-en-sí dependiente del Dasein, en términos heideggerianos. De esta manera, autores como el fenomenólogo social Alfred Schütz, quien fundamenta su propuesta en Edmund Husserl nos presentan en una época moderna, una alternativa posmoderna de investigación, donde la construcción social de la realidad es la validación intersubjetiva de quienes participan de ella. Como diría Gergen, "las palabras no son espejos que reflejan la realidad sino expresiones de alguna convención colectiva" (Gergen, p. 160). En sus palabras:

"(...) dado que el modernismo hizo hincapié en la producción mecánica de cualidades individuales, las autoridades perdieron su pretensión romántica de gozar de un mérito o capacidad intrínsecos: ya no fueron por naturaleza pesonas sabias, inteligentes o virtuosas (...) sino meros productos de sus antecedentes educativos y sociales. Para el modernista la autoridad no es más que un Don Nadie (...) " (Gergen, p. 165).

Alternamente, el posmodernismo nos ha traído el quiebre del orden racional, el cual debilita el fundamento racional de una postura, conferiéndole a una pretensión de universalización el carácter de retórica. Por otra parte la autorreflexión y la injerencia de la ironía se encuentran como sustitutos de la anterior, ya que esta implica la valoración o la impertinencia de una verdad objetiva en un contexto determinado.

De esta manera llegamos al significante de la pregunta que aterra a quienes aún no están sumergidos en la apatía, o como diría Kierkegaard, parafraseándolo, quienes no se quedan quietos ante el temor: ¿Quién soy yo?. La respuesta moderna del yo esencial no tiene cabida, mas sí la de considerar al yo como parte de las relaciones sociales. Desde la antropología frankliana, único [en cuanto a pertenecer a un grupo social y tener características comunes entre los seres humanos que nos diferencian de otras especies] y peculiar [en referencia al sello que cada quien se imprime a través de la conciencia temporal propia de la realidad]. Así quedamos enfrentamos a un riesgo expuesto por Gergen, y es la personalidad pastiche, símbolo del camaleón social que se adapta fragmentariamente a cada situación de manera total, con ausencia de culpa. Louis Zurcher le denomina yo mudable. Las consecuencias apuntan en cuanto a salud mental a una desmedida opción narcisista, "donde los demás pasan a ser instrumentos al servicios de los impulsos propios" (Gergen, p. 200).

Así es como aparece el yo relacional, donde actúa, es y se construye desde el nosotros, el cual tiene por virtud no ser anónimo. Desde esta perspectiva se valida una visión de un místico moderno, cuyo nombre ya fue mencionado: Martin Buber, el cual propone la constitución de comunas [comunidades, redes sociales, federaciones] como alternativa para el desarrollo social. En sus palabras:

"(...) es precisa apartar de la idea de comunidad toda sentimentalidad, toda exageración y exaltación. La comunidad no es nunca estado de ánimo, y aun en el caso de que sea sentimiento, es siempre sentimiento de una organización. Comunidad es la organización interior de una vida común que conoce y abarca el "cálculo" seco, el "azar" rebelde, la "preocupación" amenazante. Es comunidad de aflicción, y, sólo a partir de eso, comunidad de espíritu; es comunidad de esfuerzo y, sólo desde ahí, comunidad de salvación. (...) Pero una comunidad en modo alguna necesita ser "fundada" (...) Las vinculaciones no son más que objetivas, se gestionan conjuntamente los intereses y tendencias comunes y no hay lugar para la "inmediatidad". La colectividad no es una especie de reunión agradable, sino una gran federación de fuerzas económicas o políticas, poco fecunda para el jugo de imaginación romántico, pero comprensible numéricamente (...)" (BUBER, p. 197, 198, 199).

Respecto a la democracia de estas comunidades plantea un asunto interesante digno de profundizar en otro espacio discursivo, considerado por quien escribe como el nudo donde se encubren los problemas que Giddens designa como democratización de la democracia:

"(...) Las relaciones entre centralismo y descentralización son un problema que, como hemos dicho, no debe tratarse como principio, sino como todo lo que afecta al comercio de la idea con la realidad, con el gran tacto del espíritu, ponderando, sin cansarse nunca, la medida legítima. Centralización, sí, pero nunca más de lo que sea preciso según las condiciones de lugar y tiempo; si la instancia llamada a trazar y a volver a trazar las líneas de demarcación permanece alerta en su conciencia, la distribución entre la base y el vértice de la pirámide será totalmente diferente de lo que es en la actualidad aun en Estado que se llaman comunistas, o sea: que aspiran a la comunidad. En la estructura de sociedad que yo me imagino, deberá haber también un sistema de representación; pero no se traducirá, como los actuales en pseudo representantes de masas amorfas de electores, sino en los representantes acreditados en el trabajo de las comunidades explotadoras. Los representados estarán unidos con sus representantes (...) mediante la actuación común y experiencia común. (...) Sólo una comunidad de comunidades podrá calificarse de ente comunitario" ( BUBER, p. 201.

En el contexto en que se viene hablando, el Estado Bienestar del cual habla Amar Amar en su texto inédito El Estado de Bienestar: opción para América Latina, podría encontrar en esta perspectiva una forma de organización particular para la consecusión de los fines que implican su definición:

"(...) el Estado de Bienestar [propende] por la suavización [de] las desigualdades sociales mediante una doble redistribución de la renta (...)" (AMAR, p. 7)

De esta manera, el tema de la autenticidad se presenta como oportunidad distinta a la autonomía promovida en la época moderna o a la evocación de lo oculto interiormente de la época romántica. Ser auténtico hoy exige volver a los recursos interiores, pero de manera diferente que la época romántica. Nuestro único recurso es nuestra capacidad de convocatoria participativa donde se comulgue la aceptación de la diferencia, y con ella la entrada al conflicto. Al respecto Amar Amar realiza un aporte al respecto de las políticas democráticas, y sucesivamente, Turbay y Durán enfatizan en la caracterización que en el ámbito educativo actual, se construye al respecto de las relaciones interpersonales:

"El primer proceso està en la construcción de democracias políticas, que profundicen los principios e instituciones democráticas en las diferentes esferas de la sociedad, y donde la gradualidad y la nagociación sean los mecanismos pra reducir tensiones" (AMAR, p. 8).

"La peculiaridad exige básicmente aceptación, y el reconocimento de ésta es el inicio del proceso de actualización de la relación, o en otras palabras, de confrontación" (TURBAY y DURAN, 2001).

Siendo así, la propuesta para el desarrollo que emana de la globalización, debe estar dispuesta a replantearse sobre un contexto subjetivo, desde el cual el progreso político, social y económico que se logre, no denigre en pregreso, es decir, una "regresión progresiva o acelerada"(concepto de Keneth Gergen, p. 293) del individuo. De esta manera el posmodernimos se nos presenta como una oportunidad de como sujetos prepararnos a la toma de desiciones prácticas en las que podamos movernos dentro de un pluralismo eficaz, sin que la multifrenia se nos convierte en una enfermedad, sino en un modus videndi, cuyo propósito sea el que nuestra peculiaridad salga bien librada. De esta manera, las respuestas no estarán en el individuo, ni en el nosotros, sino que en la construcción que ambas realidades creen en relación, cada una de las cuales, en palabras de Mijail Bajtin quien cita Gergen, interactúan en una heteroglosia, es decir, en una multiplicidad de voces representantes de las posibilidades humanas de identidad.

Así, la identidad personal no es algo definido, sino en definición. La saturación social en la que nos vemos inmersos, puede ser menguada ante la decisión de valorar nuestra peculiaridad en medio de la pluralidad, de manera tal que promueva tres aspectos que Keneth Gergen defiende: el derecho a la participación, el diálogo y el propósito de la acción, que nos permita valorar que "(...) la diversidad (...) [es] la principal fuente del desarrollo humano" (AMAR, p. 1).

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